Iraq
ha reaparecido en los
medios internacionales bajo la misma narrativa tendenciosa: el
terrorismo islámico. Y es que a lo largo de 2013, y desde 2003, Iraq
solo ha sido “la nota cotidiana” donde mueren uno, dos o veinte civiles a
causa de “ataques
terroristas”, o donde “sunnas contra shías” luchan por zonas de
influencia en
un país “sumido en una guerra sectaria desde el fin de la ocupación ”.
Casi nadie hablaba, ni habla aún, de las protestas revolucionarias en
Ramadi, capital
de al Anbar, la provincia más grande de Iraq con cerca de 800 000
habitantes,
que vio la Plaza de la Dignidad y el Honor repleta de gente que desde
2011 ha
clamado eslóganes tales como “comemos hierbajos y
transportamos oro, como camellos”, “muerte a la democracia que nos lleva de lo
malo a lo peor”, “muerte a la democracia que ha convertido a la gente en
extranjeros en su propia tierra”, “muerte a la democracia que trae asesinos y
corrupción”, entre otros parecidos.
http://www.iraqinews.com/baghdad-politics/officials-citizens-for-anbar-as-autonomous-region-to-end-marginalization/#axzz2ppEnUuGw |
Esta gente valiente ha sido
reprimida por cobardes tácticas contra revolucionarias que han llevado el plomo
a las calles. No hablamos solo de los asesinatos y la corrupción que señalan
los manifestantes en Ramadi, sino también del extraño y repentino avance del
grupo salafista “Estado Islámico de Iraq y el Levante”, mejor conocido como
Daesh, cuyo líder Abu Bakr al Baghdadi es financiado por Arabia Saudí y contra el
cual Estados Unidos y su refrescante aliado en la zona, Irán, están preparando
una campaña de defensa ante los ojos de una comunidad internacional que parece
definir a dicha estrategia como una “lucha necesaria”.
Ibrahim Awwad Ibrahim Ali al-Badri mejor conocido como Abu Bakr Al Baghdadi |
A partir de las últimas
horas, el ejército iraquí comenzará a recibir ayuda desde Washington en misiles,
helicópteros Apache y de más armamento especializado para combatir a Daesh y
sumir a la población de Ramadi y otros lugares como Faluya en otra guerra que
no es la suya. Esta realidad hace pensar que esta supuesta “lucha contra al
Baghdadi” no sea otra cosa que una cruzada contra las revoluciones en Iraq y
Siria, lugares donde los medios internacionales han denunciado la presencia de
dicho grupo a quien le han relacionado además con otras filiales salafistas en
la zona tales como el Frente al Nusra y las Brigadas de Abdulla Azam en Siria y
Líbano respectivamente.
En 2013, según datos de la ONU, murieron 8000 civiles en Iraq, siendo 2014
un año que lamentablemente proyecta una cifra parecida. Las batallas en Faluya
y Ramadi, tales como las que libran las fuerzas de seguridad sirias contra los
grupos salafistas en Damasco, no ofrecen otro escenario más que aquel donde
prevalezca el miedo y la tensión bajo la justificación de la supuesta amenaza
del extremismo islámico. Esta estrategia va de la mano con una pronunciada
política de represión de las protestas y asesinatos selectivos ocurridos durante
el gobierno de al Maliki a cuyo partido político le interesa reforzar su
posición en el país dada la tremenda crisis económica y humanitaria en la que
se encuentra Iraq tras los escándalos de malversación de fondos públicos entre
la gente del gabinete. A esta represión hay que sumar la corruptela de jefes
tribales que han vendido su posición social a favor del gobierno iraquí para
ayudar a reprimir o a calumniar las protestas sociales en sus localidades,
mientras el Comité de Jóvenes de la Revolución ha denunciado decenas de veces
el papel desempeñado por el del Partido Islámico de la provincia de al-Anbar en
esta clase de clientelismo.
http://www.iraqbodycount.org/analysis/beyond/2013/ |
Una vez más, la estrategia de seguridad en Iraq parece nublar las
aspiraciones de la protesta social al hacerla invisible en los medios a favor
de una caótica necesidad de combatir a grupos islamistas. Este tema
sobredimensionado será útil para muchas partes en el terreno ya que, por un
aparte, el gobierno iraquí reprimirá a más manifestantes al confundirlos cruelmente
con vándalos salafistas (en un claro ejemplo de criminalización de la protesta),
mientras que los gobiernos de Estados Unidos e Irán podrán justificar su
reciente acercamiento estratégico ante la comunidad internacional al cooperar
en “la pacificación de Siria e Iraq”, término que comenzará a narrar a su
manera la realidad de ambos países en detrimento de la narrativa revolucionaria
que, por cierto, se lee muy poco a través de medio electrónicos alternativos
debido a tres enemigos poderosos: la censura, la apatía y la violencia
semiótica de los medios oficiales.