Buscar este blog

miércoles, 8 de enero de 2014

Aplastar las protestas en Iraq verdadero objetivo de la guerra contra Daesh




Iraq ha reaparecido en los medios internacionales bajo la misma narrativa tendenciosa: el terrorismo islámico. Y es que a lo largo de 2013, y desde 2003, Iraq solo ha sido “la nota cotidiana” donde mueren uno, dos o veinte civiles a causa de “ataques terroristas”, o donde “sunnas contra shías” luchan por zonas de influencia en un país “sumido en una guerra sectaria desde el fin de la ocupación ”. Casi nadie hablaba, ni habla aún, de las protestas revolucionarias en Ramadi, capital de al Anbar, la provincia más grande de Iraq con cerca de 800 000 habitantes, que vio la Plaza de la Dignidad y el Honor repleta de gente que desde 2011 ha clamado eslóganes tales como comemos hierbajos y transportamos oro, como camellos”, “muerte a la democracia que nos lleva de lo malo a lo peor”, “muerte a la democracia que ha convertido a la gente en extranjeros en su propia tierra”, “muerte a la democracia que trae asesinos y corrupción”, entre otros parecidos.


http://www.iraqinews.com/baghdad-politics/officials-citizens-for-anbar-as-autonomous-region-to-end-marginalization/#axzz2ppEnUuGw


Esta gente valiente ha sido reprimida por cobardes tácticas contra revolucionarias que han llevado el plomo a las calles. No hablamos solo de los asesinatos y la corrupción que señalan los manifestantes en Ramadi, sino también del extraño y repentino avance del grupo salafista “Estado Islámico de Iraq y el Levante”, mejor conocido como Daesh, cuyo líder Abu Bakr al Baghdadi es financiado por Arabia Saudí y contra el cual Estados Unidos y su refrescante aliado en la zona, Irán, están preparando una campaña de defensa ante los ojos de una comunidad internacional que parece definir a dicha estrategia como una “lucha necesaria”.

Ibrahim Awwad Ibrahim Ali al-Badri mejor conocido como Abu Bakr Al Baghdadi


A partir de las últimas horas, el ejército iraquí comenzará a recibir ayuda desde Washington en misiles, helicópteros Apache y de más armamento especializado para combatir a Daesh y sumir a la población de Ramadi y otros lugares como Faluya en otra guerra que no es la suya. Esta realidad hace pensar que esta supuesta “lucha contra al Baghdadi” no sea otra cosa que una cruzada contra las revoluciones en Iraq y Siria, lugares donde los medios internacionales han denunciado la presencia de dicho grupo a quien le han relacionado además con otras filiales salafistas en la zona tales como el Frente al Nusra y las Brigadas de Abdulla Azam en Siria y Líbano respectivamente.


En 2013, según datos de la ONU, murieron 8000 civiles en Iraq, siendo 2014 un año que lamentablemente proyecta una cifra parecida. Las batallas en Faluya y Ramadi, tales como las que libran las fuerzas de seguridad sirias contra los grupos salafistas en Damasco, no ofrecen otro escenario más que aquel donde prevalezca el miedo y la tensión bajo la justificación de la supuesta amenaza del extremismo islámico. Esta estrategia va de la mano con una pronunciada política de represión de las protestas y asesinatos selectivos ocurridos durante el gobierno de al Maliki a cuyo partido político le interesa reforzar su posición en el país dada la tremenda crisis económica y humanitaria en la que se encuentra Iraq tras los escándalos de malversación de fondos públicos entre la gente del gabinete. A esta represión hay que sumar la corruptela de jefes tribales que han vendido su posición social a favor del gobierno iraquí para ayudar a reprimir o a calumniar las protestas sociales en sus localidades, mientras el Comité de Jóvenes de la Revolución ha denunciado decenas de veces el papel desempeñado por el del Partido Islámico de la provincia de al-Anbar en esta clase de clientelismo.

http://www.iraqbodycount.org/analysis/beyond/2013/


Una vez más, la estrategia de seguridad en Iraq parece nublar las aspiraciones de la protesta social al hacerla invisible en los medios a favor de una caótica necesidad de combatir a grupos islamistas. Este tema sobredimensionado será útil para muchas partes en el terreno ya que, por un aparte, el gobierno iraquí reprimirá a más manifestantes al confundirlos cruelmente con vándalos salafistas (en un claro ejemplo de criminalización de la protesta), mientras que los gobiernos de Estados Unidos e Irán podrán justificar su reciente acercamiento estratégico ante la comunidad internacional al cooperar en “la pacificación de Siria e Iraq”, término que comenzará a narrar a su manera la realidad de ambos países en detrimento de la narrativa revolucionaria que, por cierto, se lee muy poco a través de medio electrónicos alternativos debido a tres enemigos poderosos: la censura, la apatía y la violencia semiótica de los medios oficiales.