El objetivo de grupos terroristas como Al Qaeda o Daesh es nutrirse de musulmanes que puedan ser utilizados como mano de obra para hacer el trabajo sucio, y entonces buscar que sus actos logren una repercusión a nivel global, comenta Juan Ricardo Cole, experto en estos temas. El problema para ellos radica en que la gran mayoría de los musulmanes del mundo no está interesada en el terrorismo, y mucho menos en el de tipo yihadista.
Con lo anterior, es sumamente urgente separar “terrorismo” de “Islam” en el repertorio léxico de la prensa oficial y olvidarse de su uso como sinónimos. Efectivamente, el Islam no es el culpable de los actos de Charlie Hebdo sino todo lo contrario pues se trata de la primera víctima que experimenta la inmediata ola de rechazo, marginación y discriminación que se riega por zonas muy particulares como Europa y Estados Unidos.
Como evidencia para este argumento, se pueden citar las múltiples y variadas formas de rechazo a este acto por parte de la población musulmana, sus autoridades e instituciones, desde Irán hasta la Universidad de Al Azhar en Egipto, las cuales han descrito el hecho como un acto en contra la libertad de expresión y lo han criticado de la misma forma que condenaron el asesinato de periodistas en otros escenarios a nivel mundial tales como Gaza, Siria o Iraq, y claro que se puede agregar a México.
La pregunta es: ¿Dónde estaba la galopante defensa de la libertad de expresión occidental ante los asesinatos de periodistas en la última intervención militar en Gaza? La diferencia de la cobertura entre Charlie Hebdo y Gaza es notable. Las manifestaciones contra el Islam, la vida de los periodistas franceses y la promoción de su trabajo han sido el pan de cada día en la televisión y prensa francesaa. Pero en los casos de Gaza, o Iraq, o Siria, es difícil recordar los nombres de profesionales de la prensa árabe, los de sus agencias o peor aún, los de sus familias en alguna cadena europea.
Lo anterior, siguiendo a especialistas como Luz Gómez, no es una forma de justificar el terrorismo sino de explicarlo. De saber que la diferencia que hay entre Islam y terrorismo es tan grande como decir que por cada paso que da Al Qaeda puede considerarse un paso en dirección contraria a las estipulaciones epistémicas del Islam. Además, hay que recalcarlo, el terrorismo yihadista es un fenómeno estrictamente moderno y minoritario que nace a la par del enfrentamiento con su interlocutor colonial europeo que es igualmente violento y torturador, y que además saquea los recursos de los pueblos y humilla sus culturas.
El alimento de la islamofobia es seriamente preocupante porque nos regresa a tiempos previos al de las revoluciones árabes, justo ahora que vemos conexiones entre Ferguson, Gaza y Ayotzinapa y que escuchamos resonancias en los lenguajes contestatarios de un movimiento a otro a pesar de los océanos que hay de distancia. El regreso al “binladenismo”, al miedo, al odio y la desconfianza es un acto contrarrevolucionario que desarticula más que cualquier acto de represión, siendo la gente ordinaria, aquella que quiere un cambio en todo el sentido de la palabra, la más afectada, confundida e intimidada por dicho retroceso.
En este acto, la caricatura, la revista o la sátira es lo de menos, pues ha sido solo el pretexto para que Al Qaeda volviera a tener impacto mediático que es justo a lo que aspira un grupo como ellos que, tal como las fuerzas de seguridad de muchos países, se alimentan de las crisis, la pobreza y la violencia para reclutar cabezas y así justificar su existencia.
Con el acto de Charlie Hebdo no pierde solamente el musulmán sino también todas las personas que buscamos vivir de manera diferente a un orden de muerte perpetrado por los extremismos más bárbaros de nuestra época, pasando desde Al Qaeda, Israel, Boko Haram, Daesh, el Ku Klus Klan y muchos otros señores de la guerra que hacen de estas organizaciones sus mejores socios y de sus víctimas el mejor negocio.