Hace un par de días tuvo lugar la reunión más reciente del Consejo de Discernimiento del Interés Superior del Sistema Iraní, cuyo representante y responsable es Ali Akbar Rafnsayani,cargo que ostenta desde 1989. A esta visita acudió el Presidente Mahmoud Ahmadineyad quien anteriormente había estado ausente por sus declaradas diferencias tanto con Rafsanyani como con el propio Líder Supremo.
Pero esta vez, el detalle de la noticia no está en la presencia de Ahmadineyad en un mismo foro con sus rivales políticos sino en la reaparición (cada vez más frecuente y pública) de Ali Akbar Rafsanyani, quien desde 2009 perdió ciertas cuotas de poder entre la élite militar del gobierno, élite que lo colocó como uno de los co responsables de los "disturbios" populares que reclamaron los resultados de la re elección de Ahmadineyad, y que además vieron en él una posición favorable a la de Karrubi y Musavi en dicho conflicto.
Es cierto que Rafsanyani ahora no cuenta con el mismo poder e influencia que tenía antes de 2009, sin embargo, aún guarda una posición y una opinión muy valiosa para el Líder Supremo porque se trata de una carta que se puede usar cuando la situación lo amerite, tal como parece ser el momento de las próximas pláticas entre Irán y el G5 +1 que abordarán el tema nuclear en Estambul.
La razón principal del regreso de Rafsanyani al lado de Jamenei radica en que Ali Akbar Rafsanyani apoya el diálogo con Estados Unidos y la posibilidad de hacer un compromiso nuclear limitado con Occidente.
Ciertamente las sanciones económicas han lastimado el bolsillo de las personas, y aunque eso importa poco a la élite política, el régimen de sanciones económicas ha obligado a hacer algunos cambios en la estructura financiera iraní, tales como dejar de controlar la tasa de cambio del dólar, cuestión que pasó del control de los Pasdaran a las empresas privadas que, aunque son controladas por ellos mismos, deben de someterse a la demanda del mercado internacional y no a la tasa de cambio que imponía el gobierno por medio del Banco Central hasta hace un par de meses.
Por otro lado, la presión política de Estados Unidos e Israel y la escalada del conflicto que ha propiciado operaciones encubiertas en contra de científicos nucleares, ha preocupado a ciertos servicios de seguridad iraníes "moderados" que han visto dichas acciones como fallas en el sistema de inteligencia de la República Islámica, hecho que no se puede dejar de vigilar en una situación geopolítica como la que vive hoy en día el país. Además, la serie de encuentros entre funcionarios chinos y japoneses con representantes iraníes que ha dejado abierta la invitación para trabajar juntos en un programa nuclear pacífico y que rechaza cualquier actividad bélica en la región, hace que la presión por alcanzar un acuerdo nuclear limitado entre Irán y Occidente vaya en aumento.
Por tal motivo, el Líder Supremo tiene que justificar la posición de buena fe con la que Irán llegará a las pláticas la próxima semana en Estambul, por lo que necesita aliados fuertes en su posición para presentar las razones que le llevarán a ser más flexible en dicho evento. El aliado más fuerte que puede encontrar Jamenei hoy por hoy se encuentra en Ali Akbar Rafsanyani.
Rafsanyani ha apoyado la liberación de la economía y el acercamiento con Estados Unidos desde la década de los ochenta. Se trata de un Pasadaran estrictamente pragmático que, incluso durante la guerra Irán-Iraq, estuvo a favor de una guerra limitada y de corta duración para desviar esfuerzos hacia una cooperación económica con Estados Unidos. Dicha política encontró críticas e imposiciones en otros políticos militares del momento tales como Sayyed Hassan Firouzabadi, veterano de guerra de dicho conflicto, que actualmente ostenta el cargo de Chief Staff de las fuerzas armadas iraníes, y quien, paradójicamente fue nombrado por Jamenei en 2002.
Sin embargo, la política de confrontación de Firouzabadi, quien también estuvo presente en la reunión del 8 de abril, está basada en una serie de intereses económicos y de poder que él y otros de sus aliados dentro de los Guardianes de la Revolución tales como Qassem Suleimani y su asesor, Iraj Masjedi, han acumulado en la última década gracias a la implementación de una política de confrontación con Occidente. Firouzabadi y Suleimanim son veteranos de guerra del conflicto con Iraq en los ochenta y fundadores de las fuerzas Al Quds que fueron vitales para defender al país de posibles agresiones provenientes de los talibanes a finales de los noventa, y que ahora se presentan como los garantes de la seguridad del gobierno de Jamenei, posición que intentan salvaguardar mediante la justificación de su doctrina de seguridad nacional que establece la disuasión y la confrontación como la mejor herramienta para defender los interes nacionales iraníes, idea que a su vez, se asienta sobre la idea de que la "geopolítica internacional actual no debe dejar blancos débiles en la defensa del país por el nivel de asecho al que están expuestos", hecho que al mismo tiempo inyecta un alza a los precios del petróleo y gas que ellos mismos administran junto con otros aliados que siguen su doctrina gracias al control de la industria de la reconstrucción.
Así, la situación para establecer un compromiso nuclear limitado no será fácil para Jamenei, quien ha encontrado en Rafsanyani al mejor aliado contra la elite militar que mantiene la doctrina de confrontación, por lo menos, en un periodo temporal ya que, las alianzas políticas dentro de Irán no son estáticas y cambian, como toda alianza política, de acuerdo con el ambiente político en el que se encuentren. Cabe recordar que en su momento, Jamenei fue uno de los principales impulsores de la guerra con Iraq en los años ochenta y uno de los líderes que convenció a Jomeyni de seguir adelante con el conflicto bélico, el cual bien pudo llegar a un acuerdo en los primeros meses de 1982 cuando, paradójicamente, Arabia Saudí ofreció sus buenos oficios para terminar con el conflicto.
Rafsanyani hoy, con la influencia económica y política que aún ostenta, puede llegar a ser un contra peso importante a Firouzabadi, Suleimanni y Masjedi, para pugnar a favor de una distensión política con Occidente y promover la importancia de llegar a un acuerdo limitado que tendrá que discutirse en Estambul y, probablemente, en Bagdad, este año.
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