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miércoles, 25 de abril de 2012

Tarzán y Árabe: Arte y Cine desde Gaza

Tarzan y Árabe son dos cineastas gazatíes nacidos en 1988, un año después de que el primer cine de Gaza fuera destruido por las tropas israelíes. Los hermanos gemelos de apellido Abu Naser, Ahmad (Tarzan) y Mohammad (Arabe), crean pósters y fotografías de futuras películas y trailers que reflejan la situación en la que ha sido hundida su Ciudad. De hecho, cada uno de los pósters lleva consigo títulos de operaciones israelíes que intentan, a través de la imagen, exportar un relato, una historia, una película imaginaria a quien los observa. Al ver la cartelera, lo que se intenta hacer es solo que el auditorio imagine la trama completa, que las expresiones, los gestos y colores de la fotografía lo guíen hacia un guión y hacia un final, todo esto en aras de exportar la imagen de Palestina a través del alma de Gaza.

La obra más trabajada, entre muchos otros proyectos, se denomina "colourful journey", un cortometraje de siete minutos que habla del conflicto entre facciones palestinas dentro de Gaza y el cual se retrata como una guerra fraticida que ha dejado costos inmensos en términos sociales, económicos y personales. Al mismo tiempo, "colourful journey " enfoca a los contrincantes con una apariencia idéntica que les permite reforzar un mensaje de hermandad y unión a todos los palestinos para recordar que la unidad es vital para luchar contra el verdadero enemigo. Este cortometraje ganó su primer premio en Ramallah en un concurso patrocinado por la Fundación Am Qattam en 2010, éxito que les llevó a presentar su trabajo en Londres y más tarde en Austin, Texas, un lugar emblemático para ellos dado el parecido de su historia colonial con la de Palestina, y donde DraftHouse Films  y Ain´t it cool News iniciaron una campaña para recolectar dinero suficiente y emprender una versión más larga de "colourful journey". A pesar de que el tope de 20 000 dólares mínimo para la producción no fue alcanzado (se alcanzaron cerca de 7000) la campaña sigue en pie y seguramente pronto se podrá contar con esa versión de los hermanos Abu Naser.

Tarzán y Árabe tienen un largo reportaje hecho por The Guardian en 2011 donde hablan de los problemas técnicos y económicos que han tenido para la elaboración de su trabajo. Antes de visitar Austin, ellos no habían visitado un solo cine y solo habían visto películas en televisión y DVD. En Gaza, de acuerdo con sus palabras, "no hay lugar para el arte, nadie se interesa por hacer películas, esa no es la forma de actuar de Hamas".  Al mismo tiempo, Tarzán y Árabe hablan de la pasión que ellos tienen por representar su realidad a través de la pantalla y de la experiencia que han ido adquiriendo a través de la práctica constante mediante la elaboración de cientos de materiales que cuelgan en su estudio personal con un performance lleno de fotografías artísticas, rollos de película y mensajes esparcidos a lo largo de su espacio de trabajo y claro, el apoyo de otros cineastas palestinos, entre ellos otro gazatí, Khalil Mozian.


Los nombres de Tarzán y Árabe, como nombres artísticos, parecen llevar un mensaje importante. Tarzán, lejos de tomarse como la figura clásica del legado colonial de Gran Bretaña en África, representa la imagen de ingenio e inteligencia para vivir en un lugar separado del resto del mundo que, sin presentar prejuicios, no da muestras de debilidad en su andar cotidiano y al parecer sin futuro. Tarzán, en este sentido, no es el "ingenuo humano que crece en el medio salvaje de la jungla" sino aquel personaje que, valientemente, lucha contra la asfixia de un entorno al que fue empujado por diversas condiciones ajenas a él, que en el caso de Gaza, se manifiesta cuando los hermanos Abu Nasser dicen: "ay que decirlo claramente, estamos en un lugar de ocupación donde nadie se interesa por el arte, y la gente solo busca migajas...el arte no te va dar de comer.. pero a nosotros nos gusta el cine y tenemos el gran sueño de hacer cine y realidad nuestras películas como los grandes directores que admiramos".Tarzán, en este sentido, es exactamente la imagen del otro (de aquel que está fuera de la jungla), lo único que lo separa de esta afirmación de igualdad es el aislacionismo al que ha sido empujado.

Por su parte, la imagen de un Árabe, concepto tan debatido en círculos y círculos académicos, va en el mismo camino al intentar romper esquemas sobre la versión tradicional de una persona que al conocer el desierto y su linaje (y que además habla la lengua árabe) se considera como tal. La imagen de un Árabe es simplemente también la imagen del otro, son hermanos, son similares en cuerpo y alma, respiran el mismo aire y se pueden ver frente a frente, cara a cara. 

Romper esquemas es el objetivo de Tarzán y Árabe. Ambos, aunque son considerados como una imagen inusual en Gaza, ellos se denominan  como cualquier persona con intereses artísticos y con deseos de exponer sus realidades, sentimientos y emociones en una pantalla de cine.

Hablando de romper esquemas, no está de más señalar que en la película Tarzan of the Apes de 1918, los árabes desempeñan un papel malévolo al traficar con esclavos en la ""salvaje África Británica"", razón por la cual Lord Greeystoke de Gran Bretaña es enviado a la jungla para terminar con el "problema". Tarzán es el hijo de Greeysotck quien será asesinado por una grupo de "salvajes" y cuya esposa muere de causas naturales. Así, Tarzán será adoptado por los simios que resultarán ser mucho más benévolos que los "salvajes habitantes de la jungla",  entre ellos los árabes y las tribus kechack. Así, los nombres escogidos por los hermanos Abu Nasser, Tarzán y Árabe, intentan mostrar una vez más, con su trabajo, la absurda aproximación que el orientalismo ha hecho a las sociedades del "otro" a través del cine y la creación de mitos, historias y contenidos desde una sola perspectiva. El mensaje de Tarzán y Árabe va muy acorde con lo que Khalil Gibran nos dice cuando declama que: "la apariencia de las cosas cambia de acuerdo con las emociones, y  solo así nos damos cuenta de lo mágicas y bellas que son, pero ciertamente es verdad que al emocionarnos no nos damos cuenta que la magia y la belleza somos nosotros mismos".


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