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domingo, 8 de diciembre de 2013

Espacio y escritura en la lengua árabe: el arte de la línea


Generalidades
El número de los considerados arabo-parlantes se estima, en 2008, en más de 300 millones, un número siempre en aumento. Incluimos aquí aquellos hablantes que tienen otra lengua materna, como los que tienen el beréber como su primera lengua en el norte de África, pero que están familiarizados con el árabe hablado. En Siria y el norte de Iraq encontramos minorías hablando dialectos neo-arameos, pero entendiendo el árabe. También en el norte de Iraq, una importante minoría kurda conoce el árabe, y en la misma Península Arábiga existen grupos de población con lenguas sudarábigas. En cuanto al sur del Sudán, donde la población habla varios dialectos bantúes, el árabe es impuesto como lengua oficial.
El árabe es la lengua oficial de una veintena países independientes del Oriente próximo y del norte de África. En España, tras siglos de ausencia, buena parte del medio millón de inmigrantes en su mayoría marroquíes lo hablan como lengua materna. A nivel intergubernamental, el árabe es una de las lenguas oficiales de la Organización de las Naciones Unidas, desde 1974.

La escritura (lo escrito quiere decir destino)
La escritura de la lengua árabe se escribe de derecha a izquierda y es conformada por un abjad (alfabeto) que consta de 28 letras. El origen de las letras árabes aún está en debate, aunque algunos autores como Musta Jafar (2002) lo sitúan en la lengua Aramea usada por los Nabateos, de cuyos registros Petra, en Jordania, es lo más empírico con lo que se cuenta. Este sistema se implementó en el siglo VII de nuestra era tras la muerte de los primeros seguidores del Profeta Muhammad quienes inicialmente compartían el significado del Corán de manera oral. La desaparición paulatina de estos sabios informantes obligó a los fieles del Islam y a los Califas que sucedieron a Muhammad a escribir la información en extinción dando origen al primer texto escrito de la lengua árabe bajo la influencia del Islam, es decir, El Corán.
Así, al ser la lengua del Islam, el árabe es una lengua litúrgica también, al igual que una lengua de Estado, una lengua poética, y una lengua que expandió su escritura a otras lenguas tales como la turca, la persa, la urdu, el dari.
Paradójicamente, y tras una serie de revisiones hechas a la lengua escrita y a su gramática en el siglo VIII en la “Bait al-Hikma de Bagdad” (La Casa de la Sabiduría), se comenzaron a escribir y publicar diferentes libros de poesía, cuentos y narrativas que fueron sistematizando un árabe clásico, lengua que, al pasar los años, invasiones de diversos y pueblos y encuentros con otras culturas entre ellas la europea colonial, experimentó diversas adaptaciones y mezclas que derivaron en lo que hoy se conoce como “árabe estándar contemporáneo”, el árabe que se enseña como lengua extranjera en el CELE de la UNAM y en muchas otras universidades del mundo.

La concepción la lengua en la lengua árabe
Lengua y espacio tienen una concepción especial. Para los árabes, la lengua no es solo una herramienta referencial sino la fuente del conocimiento mismo (kalam al -`arab). Es la creadora del espacio y del contexto. Es la fuente del conocimiento y su descripción de forma y contenido. Sin lengua no hay espacio, no hay nada.
La lengua árabe es el medio para acusar al conocimiento sensible y suprasensible, esto desde el punto de vista histórico. En efecto, la hermenéutica de la lengua árabe va a ir dirigida hacia una especie de “semiótica sacra” o, en otros términos, a una “semiótica islámica”, esto en tanto la mayoría de los lingüistas que aportaron teorías del signo en la lengua árabe eran musulmanes pertenecientes a la época de oro del islam (Ibn Muqafa, de origen persa) o bien a la época de oro de la lingüística medieval de Al Andalus (Batalyawsi) que abogaban por la “búsqueda de la verdad y la sabiduría a través de los signos”. En este sentido, es inevitable decir que le referente histórico de estos autores es el calendario islámico, y que a partir de este referente histórico, la sabiduría y los símbolos y signos con los que se representan, son obras, en última instancia, de Allah.
En este sentido el hombre es lenguaje, y es lo que nos diferencia de los animales, y aún, si animales fuésemos, seríamos al hayawan al nutq, el animal parlante, el animal racional, el alma racional. De aquí la célebre tradición oriental de calila wa dimna y la gran pregunta de los lingüistas àrabo musulmanes: el lenguaje lo crea el hombre o es creado por Dios para el hombre? ¿Es el signo, el nombre o lo nombrado? Algunos dicen que el lenguaje es el signo de Dios y por eso los fieles usan el àrabe para alabar los atributos de Dios porque paradójicamente Dios no tiene nombre, Allah no es nombre propio sino un significante usado para referirse a ese ser creador y sabedor de todas las cosas. Por lo tanto la creación de conceptos està prohibida en el islam ortodoxo, porque la innovación solo le corresponde a Dios. A Èl y solo a Èl se le atribuye el significado de las cosas presentes y pasadas…por eso en lengua àrabe el tiempo futuro no existe sino solo partículas de tiempo que marcan acciones que no corresponden ni al pasado ni al presente y que se complementan con significantes como mañana, al rato, después, próximo, entre otros.

El espacio
La lengua árabe tiene una concepción del espacio muy particular. Se le da vida a través de la conjugación del texto y la imagen en una sola forma. Esa forma se crea al mismo tiempo que el contexto y con significado. Pero el texto y la imagen, en la lengua árabe, no son entes separados sino una mezcla interesante que nace a través de la línea, y de los signos, signos creados de una línea, la línea de la escritura árabe.
Pero lo que quiero detallar en esta breve charla es la fusión que existe entre texto e imagen en la escritura árabe, particularmente en la caligrafía, la expresión más acabada de la escritura árabe.
Lòpez Habib afirmaba que:
“La caligrafía árabe es la síntesis de las artes de esta cultura. A lo largo de su historia y desde la revelación coránica, la palabra ha sido cultivada con amoroso cuidado; así, la caligrafía es un arte que nació bello.
En árabe se denomina el arte de la línea,  fan el khat, por que los trazos caligráficos juegan con el ojo y embellecen su espacio, exaltando la gloria de Dios, el creador de todas la cosas, por medio de la palabra.”
Fuera del contexto islámico, aunque con el mismo vocabulario, la caligrafía embellece el espacio del autor y del espectador. La caligrafía embellece tanto la palabra coránica, la marquesina de una casa, el riad, e incluso, puede embellecer una revolución.
Este es el sentido del espacio en la escritura árabe. Una dimensión que no solo es para ser ocupada o llenada sino para articular sentidos con los signos con los que convive.
Por tal motivo, la caligrafía árabe ha mantenido a través del tiempo una vigencia de sus múltiples estilos, nacidos en diferentes periodos, a los que se recurre dependiendo de la naturaleza y entorno de los textos.
Este carácter multiforme de la caligrafía árabe tienta a compararla con la caligrafía China. Podemos, en principio, observar dos cosas evidentes. Una se dibuja con pincel, la otra con el cálamo. La escritura China es pictográfica, cada signo es una idea diferenciada, mientras la escritura árabe es puramente fonética; así, la estilización de las letras árabes es abstracta, sin ninguna raíz figurativa. En la caligrafía árabe no se tiende a apartar cada signo, sino que se integran en un ritmo continuo cada signo para hacer de dicha intersección un meta signo, un meta texto, que puede ser una imagen, un símbolo, una firma, e incluso una máxima de vida.
La escritura no reproduce El Tiempo ni el Espacio. Los Visibles Hace un Través de la línea y Sus Formas . Una línea Que corre de Derecha a Izquierda Que simboliza la Prioridad de lo divino , lo sobrenatural , lo profano Sobre he aquí Humano, Haciendo Notar Que el hombre Depende De Una Fuerza cósmica a La Que llegan las Cosas del Mundo .

La semiòtica arabo islámica presenta 5 tipos diferentes de signo:

La palabra (lenguaje oralm, lafz)
La letra (hat)
Los gestos (con la cabeza, ojos, manos, vestidos, etc)
El càlculo, (que es el que se hace a través de las cuentas)
El indicio ( lo que se señala sin palabras y sin manos) como el cielo y la tierra que son indicios de Dios.
Coràn 41, 53

Texto e imagen en caligrafía árabe
La caligrafía islámica lleva tanto mensaje textual y representa una imagen al mismo tiempo, esta capacidad le dio una exclusiva calidad visual. Sin embargo, este producto texto-imagen no se representa de forma individual, como un signo escrito, sino con todo un contexto que le esta dàndo el espacio donde se encuentra inscrito o el que està ocupando o dando vida.
En el arte islámico, hasta los guiones están atados al patrón visual y la decoración, se asocian con los guiones y se complementan unos a otros en el proceso de visualización y la lectura y permiten a la audiencia a tomar en los dos aspectos del texto y la imagen en al mismo tiempo. A esto le podemos llamar caligramas.
Los caligramas islámicos se inspiran en la idea Semiótica, lo que sugiere que la caligrafía (el texto) está representando una imagen en lugar de reemplazarla.
Durante el Imperio Otomano, la caligrafía árabe entró en una nueva fase, una de efectos decorativos y personalizados. Se inicia la fase de la “trugra”
La Tughra es un monograma o una firma caligráfico de un sultán otomano que fue puesto a todos los documentos oficiales y correspondencia. Simplemente, Tughra fue la firma del Sultàn. 





  

domingo, 24 de noviembre de 2013

Acuerdo histórico entre Irán y el Grupo 5+1...también gracias a las revoluciones árabes

Es un primer paso. Lo más difícil está por venir. Hay un grupo de conservadores en ambas partes que está muy dañado por este pacto y que hará hasta lo imposible por sabotearlo. Abol Qasem Soleimani, Rohallah Hoseinian y Hossein Shariatmadari por el lado iraní, Netanyahu y su séquito por el lado israelí, entre otros.

Pero mientras esto ocurre, el pacto se debe celebrar porque la gente a favor de la negociación ha recibido un gran aliciente, es decir, demostrar que Irán no es un Estado tan irracional como decía Netanyahu (quien por cierto ha mostrado no saber mucho de HIstoria en sus últimas apariciones públicas) y que un acuerdo de esta magnitud, aunque temporal, da oxígeno puro a un régimen iraní que estaba siendo asfixiado por la turbulencia interna (economía débil, movilizaciones sociales, inflación) y la presión externa (sanciones, aislamiento económico, devaluación de la moneda frente al dólar).

El acuerdo se resume en que: 

"Irán tiene derecho, como cualquier otro país firmante del TNP, a enriquecer uranio a no más del 5% mientras suspenderá el enriquecido a 20%. A cambio, Estados Unidos fortalecerá a través de la AIEA el monitoreo de las instalaciones iraníes y será casi imposible no saber lo que pasa ahí debajo de las tierras en Fordow y Natanz".

Sin duda, lo más significativo de esto, es que la idea de una intervención militar está temporalmente fuera de lugar y que no habrá más sanciones a Irán al menos, en estos seis meses. Esto abre un nuevo capítulo en la historia entre Irán y Occidente un tanto por el cambio de estrategia impulsado desde el equipo de Rouhani pero sobre todo, debido al empuje que la sociedad en Oriente Medio ha hecho a través de sus revoluciones.

Si, ha sido la gente quien ha cambiado el rumbo de la geopolítica de la región. Ha sido el empuje de la sociedad siria, iraní y egipcia, entre otras, lo que ha hecho repensar los viejos modelos de balance de poder en las mentes de los negociadores. Fue y es la sociedad iraní la que no toleraría otro fraude electoral y la que llevó realmente al régimen actual a cambiar el modelo de enfrentar a Occidente mediante la diplomacia y el cálculo negociador.  Fue y es la sociedad siria la que tiene a Al Assad negociando su supervivencia y lo que ha hecho que Rusia acepte este cambio en su aliado irani. Es la sociedad egipcia la que puso a temblar a Netanyahu y lo que ha tenido serias implicaciones en la posición estadounidense en la región al ver que Egipto se acerca cada vez más a Rusia desde junio de este año. Ha sido la protesta masiva en las calles una de las productoras de estos cambios.

Por eso la sociedad iraní es la gran vencedora por el momento. Gracias a la presión social, se han venido abajo diversas tesis que mantenían mal informada a la opinión pública sobre este tema tales como el hecho que Irán era un actor que "no podía negociar", y con el cual "no se podía hablar". Se ha venido abajo la tesis que habla sobre "la guerra inevitable en las aguas del Golfo Pérsico", y también, aquella que enunciaba que "Irán tendría la bomba nuclear en breve".


http://lunaticoutpost.com/Topic-ISRAEL-ISSUES-WARNING-TO-IRAN

La capacidad nuclear de Irán ha crecido desde hace 10 años y nadie se la está arrebatando. Israel seguirá señalando esta característica e intentará sabotear este acuerdo. Los actores en contra de este acercamiento planearán más atentados como los que han acontecido en la embajada de Irán en Beirut y otros que han cobrado la vida de científicos nucleares en Teherán en años anteriores. De hecho, históricamente se ha visto que cuando Irán y Estados Unidos intentan acercarse una serie de atentados son esperados en Irán para poner en tela de juicio a los actores conciliadores y recriminar que el aumento de la violencia interna es proporcional a la reducción de la distancia con el extranjero.

Sin embargo, el capital iraní que se ha liberado para pagar estipendios a estudiantes en el extranjero, la cooperación en el sector aeronáutico, el congelamiento de las sanciones y el reinicio de las ventas petroleras a Occidente, son un capital que la República Islámica necesita para sobrevivir, por lo que en caso de que brote un colapso de violencia al interior de Irán, será poco probable que sea causado por el mismo gobierno como en el caso de la administración de Jatami. Ahora hay actores más interesados en esa violencia interna que siempre han buscado la inestabilidad del régimen tales como Arabia Saudí e Israel, por lo que, a pesar de este acercamiento, las medidas de seguridad en el país se incrementarán, esto en orden de garantizar el respeto del acuerdo.

Aún hay muchas cosas por trabajar. Quedan pendientes las sanciones a los bancos de los Pasdaran y revisar las reacciones de los clásicos aliados de EEUU en la región, Arabia Saudí e Israel, quienes se sienten traicionados y quienes, por cierto, han minado cualquier tipo de protesta al interior de sus territorios.

A la par de esto, el acuerdo con Irán sigue llamando la atención que no se le presta a la cuestión palestina, el potencial nuclear israelí, la violación de derechos humanos en Arabia Saudí, los altos índices de pobreza en Estados Unidos y la falta de entusiasmo por una ZLAN en Oriente Medio. Temas que deben ser tomados, tarde o temprano, tal como se ha tomado "la cuestión nuclear".

miércoles, 6 de noviembre de 2013

El cambio para México vendrá de los jóvenes: Hamid Dabashi





En entrevista con La Jornada
El cambio para México vendrá de los jóvenes: Hamid Dabashi

“Si el Estado es corrupto, debe ser desmantelado”
“Zapatistas, palestinos, egipcios, turcos y brasileños encarnan las mayorías”
“La islamofobia es promovida por los intereses que acechan al petróleo”

Invitado por la UNAM, disertó sobre movimientos sociales en Medio Oriente

Mónica Mateos-Vega
Periódico La Jornada
Viernes 1º de noviembre de 2013, p. 3


El temor que muchas personas sienten por los musulmanes, “es un miedo políticamente fabricado que tiene sus antecedentes en el antisemitismo, que ahora se ha convertido en una suerte deislamofobia”, afirma el sociólogo Hamid Dabashi (Ahvaz, 1951).
El escritor iraní, catedrático de la Universidad de Columbia, es uno de los principales críticos del sistema estadunidense, considerado por cineastas como Ridley Scott, uno de los más importantes musulmanes en Nueva York.
De visita en México, invitado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para ofrecer una serie de conferencias acerca de los movimientos sociales en Medio Oriente, Dabashi señala, en entrevista con La Jornada, su solidaridad con el movimiento de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.
“Estoy en contra de privatizar la educación, porque ésta es un derecho ciudadano, no un privilegio. El Estado debe de garantizarlo. Por ello, mis colegas mexicanos tienen toda mi solidaridad, pues alertan sobre esa privatización.
“Si se dejan vencer por el miedo, sucederá lo que ya pasa en Estados Unidos: la educación es sólo para las clases altas, con elementos de sexismo y racismo. La educación de la élite estadunidense contrasta de manera terrible con la que recibe el ciudadano común. En Filadelfia, por ejemplo, las escuelas públicas están siendo desmanteladas.
“Cuando Obama llegó a la presidencia lo primero que hizo fue poner a los chicos en escuelas privadas, y aprobar la privatización de la educación, en contra de todo lo que decía Martin Luther King y que él citaba en campaña.
Por eso, la lucha que están dando aquí los maestros no sólo es en beneficio del país, o incluso de Estados Unidos, es en favor de toda la humanidad.


Por no infantilizar la revolución

Hamid Dabashi, reconocido especialista en literatura persa, cine y filosofía islámica, espera que el cambio social requerido por México surja de los jóvenes: “Estoy con ellos. Pero hay que tener cuidado cuando decimos la palabra joven, porque se corre el riesgo de infantilizar la revolución al traer la noción de que los muchachos no saben lo que hacen.
“Anarquista, terrorista, son términos que el imperialismo fabrica. Los maestros y los estudiantes que están dando aquí la lucha no son anarquistas, pero aun si lo fueran, los apoyo, porque si el Estado es corrupto se tiene que desmantelar.
“En el Islam estamos ya desmantelando regímenes corruptos. En Estados Unidos existen 45 millones de personas en el umbral de la pobreza, al lado de una obscena riqueza, algo muy serio está sucediendo allá y en otros lugares del mundo respecto de la educación, la salud y el trabajo.
Por eso debemos cambiar, y no olvidar que las mayorías están donde están los zapatistas, los palestinos, los egipcios, los turcos, los brasileños. Ellos, quienes tienen el poder económico, no pueden asesinarnos a todos, somos demasiados. Hay esperanza.



 
Dubai ya es un mercado

La islamofobia, explica Hamid Dabashi, “es promovida principalmente por los intereses económicos que acechan al golfo Pérsico y a los países productores de petróleo, pues les asegura mano de obra barata, el petróleo y la expansión de su dominio. Se trata de convertir al mundo islámico en un mercado, como ya lo es Dubai.

El sociólogo Hamid Dabashi, en Ciudad Universitaria, durante la entrevista con La JornadaFoto Cristina Rodríguez
“Por supuesto, en el mundo islámico hay una resistencia a estos embates. Se pelea tratando de desmantelar esa ideología. Por ejemplo, ellos, los poderes de Occidente, han creado una imagen de la mujer musulmana, la presentan como una persona sin educación ni oportunidades de desarrollo.
“Pero ahí tenemos a las mujeres con velo, liderando las revoluciones en Yemen o en Egipto o en Irán o en Turquía. Ahí está Tawakkul Karman, Premio Nobel de la Paz 2011 (junto a las liberianas Leymah Roberta Gbowee y Ellen Johnson Sirleaf ), luchando contra la corrupción. Si traen el velo o no, es irrelevante.
“Al verlas, sin apegarse a los fetiches que se les quiere imponer, los fabricantes de esas ideas se confunden porque muchas personas se dan cuenta de que las mujeres que traen velo y que caminan por las calles de París o Londres, son las mismas que pueden hacer una revolución en Egipto, lo único que tienen que hacer es demostrarlo.
“Las mujeres se encuentran entre dos tiranías: el imperialismo y el patriarcado. Su última liberación será doble y se tiene que exacerbar. Históricamente los movimientos feministas en el mundo han iniciado cuando ellas ingresaron al mercado de trabajo. En el Islam, la liberación no significa tener o no derecho de usar velo, es irrelevante, sino tener ciudadanía, empleo y la capacidad de mantener a sus hijos.
En Irán les imponen usar velo, en Francia lo prohíben. Por eso les dije a los presidentes Ajmadineyad y Sarkozy que no pelearan ideológicamente sobre el cuerpo de las mujeres.

Batalla en las universidades

La batalla para derrumbar esos estereotipos contra el Islam, añade el profesor Dabashi, se están dando en ámbitos universitarios a través de la literatura, la poesía, la música, el arte, “es una pelea a nivel real, no sólo en el ámbito ideológico. No debemos ser pasivos ni esperar a que elestablishment nos imponga sus estereotipos y después combatirlos, debemos ser proactivos, crear una imagen de una nueva sociedad solidaria con las insurrecciones”.
Durante la elección de 2008, Dabashi criticó al entonces candidato demócrata presidencial Barack Obama por caer directo en la trampa más vieja que la conspiración sionista estadunidense tiene en su bolsa de trucos, y dar Jerusalén a un puñado de colonialistas europeos blancos, argumentando, en contraste que Jerusalén pertenece a los palestinos.
Hamid Dabashi escribió que la postura de Obama en favor de Israelexplica al detalle su propia depravación moral y cobardía política.
Sin embargo, el sociólogo iraní dice que Obama era preferible al candidato republicano John McCain, pues incluso si (Obama) ha vendido su alma, él solía tener una. No es el caso de McCain.
Una amplia recopilación de los artículos de Dabashi se puede consultar en su página de Internet:www.hamiddabashi.com.

lunes, 14 de octubre de 2013

HAMID DABASHI EN MEXICO. CELE UNAM

EL DEPARTAMENTO DE LENGUAS ASIÀTICAS DEL CELE DE LA UNAM SE CONGRATULA DE INVITARLOS A LAS CONFERENCIAS MAGRISTRALES DE HAMID DABASHI LOS PROXIMOS DÌAS 28 Y 29 DE OCTUBRE DE 2013 DENTRO DE LAS PRIMERAS JORNADAS CULTURALES DEL DEPARTAMENTO. CONTAREMOS TAMBIÈN CON LA HONROSA PRESENCIA DE MONIQUE VERCAMER (CELE), CAMILA PASTOR (CIDE), ANDREA GIOVINE (CELE) Y ALEJANDRA GÒMEZ (INAH) 

Para aquellos estudiantes y colegas interesados en estudios sobre Medio Oriente, crìtica cultural y estudios poscoloniales, por favor no falten que estarà buenìsimo¡¡¡ Aquì està el link para mayor informaciòn. Por favor compartan y bienvenidos¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

"TOWARDS A SEMIOTICS OF OVERCOMING"

HAMID DABASHI

lunes, 23 de septiembre de 2013

La cortesía persa ante la 68 Asamblea General de la ONU

La llegada de Rouhani a Nueva York ha causado que los reflectores giren alrededor del posible encuentro entre él y su homólogo estadounidense. Y es que la liberación de presos iraníes por parte de la nueva administración así como las declaraciones sobre la imposibilidad de hacerse con armas nucleares impone un toque de cortesía persa al encuentro del nuevo presidente iraní con los líderes del mundo en la Asamblea de la ONU.

A pesar de las tendenciosas noticias de CNN y la incredulidad del Primer MInistro israelí, la opinión pública internacional habla del "cambio diplomático iraní" y del "giro de estrategia" en la cuestión nuclear. Es más fácil asentar ante un líder elocuente y poliglota como Rouhani que ante un político populista como Ahmadineyad quien, por cierto, debe estar preparándose para regresar a la escena política en el siguiente período presidencial. Se trata sin duda, de una referencia para activar la conformtación internacional con Irán.



Mientras tanto se deben esperar las declaraciones oficiales. Ver las posturas, las casualidades de los encuentros (si las hay) y las cortesías públicas donde, aquí sin duda, se impondría la persa dado el discurso que viene manejando Rouhani desde que llegó al poder. Obama viene de una sacudida política en el caso de Siria por lo que responderá bien a una cortesía, hecho que se ha previsto por la agenda entre los monisytros de exteriores de ambos países y la fortaleza de una agenda que promete, incluso, el establecimiento de relaciones diplomáticas a largo plazo, claro está, pasando por temas de alto nivel como la cuestión siria, la palestina y la nuclear, cuestiones nada fáciles que encuentran el común denominador que es, junto con otros países de la región, evitar que Irán, sus vecinos del Golfo, Turquía, y los propios Estados Unidos, caigan en "la amenaza de la ola de revueltas sociales que han azotado a todos los actores desde diciembre de 2010. (Debemos recordar que el índice de pobreza en Estados Unidos se ha disparado enormemente en los últimos años).

Es claro que las políticas de seguridad nacional en Irán no cambiarán mucho con la llegada de Rouhani. Que el programa nuclear es clave en dicha política y que el apoyo a grupos opositores a los occidentales en Siria, Bahrein, Yemen y Palestina es parte de la negociación. Además, grupos fuertes en la política interna iraní como el de Qasem Suleymani, Firuzabad y el mismo Jamenei, son grupos que, como Netanyahu en Israel, no creen mucho en la política de reconciliación y aproximación que busca Rouhani públicamente. Sin embargo, hay líderes que también creen que hay que sacar provecho de las coyunturas, de las circunstancias y del ambiente político en el que, con una región indenciada más vale apagar el fuego que jugar con él.

En esta reunión se sacan a colación políticas negociadoras de ambos lados. Se recuerda el nobel de Obama, y se recuerda al Imam Hassan que era más negociador que su hermano Hussein, un poco más militante y recordado por muchas generaciones. Lo interesante es que en pocos días de revuelo, se ha conseguido más proximidad entre ambos actores que en 8 años de gobierno de Ahmadineyad , y que las expectativas ahora son tan altas que Rouhani ha expresado mensajes escritos en el Washington Post y en el twitter ¡¡¡¡ (algo muy simbólico también al pensarse que este tipo de herramientas sigue satanizado en Irán  mucho más elaboradas que los simples mensajes de año nuevo que Obama lanzaba en Nowruz para los iraníes en los que les invitaba a usar sofware libre.

Ancioso de escuchar los discursos y de ver cómo las cortesías pueden devenir en hechos para sus relaciones exteriores, pienso que los lobbies sionistas y saudíes no tendrán el mejor humor en este encuentro salvo algo que ellos mismos provoquen, como suele pasar, algpun tipo de altercado (a veces por consentimiento de los mismos estadonidneses e iraníes quienes suelen llevar políticas internas y externas muy similares¡¡)

martes, 20 de agosto de 2013

La división de la pluriversidad egipcia y la asfixia de las revoluciones árabes


Al ver las imágenes de ayer en las plazas de An- Nahda y de Rabba al Adawiya en El Cairo llegó a mi mente la definición que Boaventura de Sousa Santos hace de la situación actual en las orillas del Mediterráneo: se trata de una zona en llamas. Y es que la lucha por una vida mejor que se estaba llevando a cabo en las calles de muchos sectores de la sociedad egipcia ha sido desbaratada por las dos fuerzas mejor organizadas del país (pero no por ello las más legítimas o mayoritarias) como lo son el ejército cuya elite es financiada por sus homólogos residentes en Washington, y la hermandad musulmana cuya elite conservadora es financiada por sus pares entre la familia real de Arabia Saudí.
Esta lucha de poder ha puesto a Egipto en el día más difícil de su historia tras la caída de Mubarak. No se trata solo de las acciones de los generales y de las milicias islamistas sino también de la hipocresía de sus patrocinadores. Se trata del objetivo de producir desde el campo del saber el mismo resultado aplicado en los casos de Siria o Iraq. Se trata de mostrar a la opinión pública urbana en general y a los habitantes de las provincias más recónditas en particular que salir a las calles ha sido mala idea en tanto los resultados de la liberación solo provocan muerte, destrucción y violencia sectaria. Se trata de mostrar que “la revolución causa malestar” y que “estábamos mejor como estábamos antes”. 

En la historia colonial no ha habido peor estrategia contra una revolución que la división de sus participantes. Este término, “división”, es muy diferente al de “pluriversidad”, la cual siempre ha acompañado a los movimientos de emancipación social en las calles y otros espacios públicos de Egipto y del resto de Oriente Medio, y con la cual se han llegado a experimentar diversas prácticas anarquistas muy útiles a la hora de organizar y tomar decisiones en la protesta. Sin embargo, los críticos de lo plural, que piensan que por el simple hecho de ser muchos el resultado de los experimentos será negativo y conflictivo, han hecho lo posible para seguir promulgando que las sociedades en Oriente Medio, además inmersas en un proceso de revolución, no dejan de ser complejas, peligrosas y necesitadas de una mano dura para gobernarlas y controlarlas para evitar el caos, todo esto para beneficio de propios intereses geopolíticos de corto y largo plazo. 

La cruel y cruda lucha que presenciamos hoy en Egipto, y que busca la estabilidad con toques de queda, la democracia con balas y la justicia con bombas humanas, no hace más que retroceder la reconciliación social tras los enormes pasos que había dado la juventud egipcia en Midan Tahrir hace un par de años. De hecho, al mirar con atención, la plaza de Tahrir ha dejado de ser el principal punto de reunión para las propuestas, debates y discusiones de miles de musulmanes, árabes, coptos, nubios, universitarios, sindicalistas, obreros, campesinos, entre muchos otros, para pasar a escenarios como el de la plaza de Rabba al Adawiya donde el rojo ya no es el color de las pancartas sino el de la sangre que tiñe las muertes de gente con nula experiencia en el campo político y acostumbrada a ser movilizada bajo alguna influencia ideológica, ya sea de corte nacionalista y patriótica como un militar o de corte islamista radical como en el caso de un salafista. 

Cuando una revolución como la egipcia, sin líderes ni grandes ideologías, se enfrenta a la lucha de tiranos contra tiranos entonces siempre pierde la pluriversidad comunitaria. Se da pie a pensar que quien verdaderamente manda es aquel que tiene más balas en su pistola y aquel que puede ejercer una fuerza totalizadora apelando a la defensa de la democracia. Así es de paradójico el asunto pues hoy presenciamos fuego en las iglesias, fuego en las mezquitas, fuego en los barrios de Ciudad Nasr y fuego en las sedes del gobierno. Así es de paradójico cuando se quiere apagar el fuego con el fuego, resultando en un incendio más grande dentro de este Mediterráneo en llamas que no hace más que consumirse lentamente en beneficio de los que no gobiernan pero reinan desde afuera. 

La división sectaria es una vieja estrategia contra revolucionaria que sin embargo se nutre de la desinformación y el radicalismo. La división sectaria ha sido la herramienta más efectiva contra el cambio de conciencia generacional entre los jóvenes de la región que aspiran a una condición digna de vida que descentralice su historia de la historia europea y la trascienda para mostrarnos sus propios marcos y parámetros de desarrollo poscapitalista, poscolonial y posneoliberal. Las elites que se mueven dentro del aparato del Estado, militares, islamistas, nasseristas, mubarakistas, entre otro, han sido tan débiles contra la protesta pública que ha sido solo la lucha entre ellas lo que ha sido capaz de detener el avance de la pluriversidad comunitaria a la cual no se le pudo enfrentar con balas por su carácter pacífico. Esa debilidad mostrada por las elites ahora la han canalizado como fortaleza pero no contra la sociedad sino contra ellas mismas dando pie a un conflicto que, esperando equivocarme rotundamente, llevará a un conflicto más agudo a lo largo del país siendo las provincias el campo más fértil para la división sectaria. 

La resistencia contra el tirano pudo haber sido pacífica en Tahrir porque había un rostro que, aunque descrito diferente por los diversos componentes de la protesta, se percibía como el responsable de la indignación de la gente en la plaza. Pero cuando los tiranos tiran tiros para todos lados y los rostros del autoritarismo no solo se multiplican sino que al pelear entre ellos acaban con el tejido social, lo plural corre el riesgo de volverse sectario para justificar la labor epistemológica de Occidente y la mano dura de sus aliados los cuales no dudarán en jalar el gatillo que no jalaron cuando el pacifismo reinaba en las calles por el simple hecho de que aquel pacifismo se convirtió en un enfrentamiento desde el nacimiento de términos tan absurdos como el de “golpe de estado democrático” que confundieron a miles de personas que pasaron de manifestantes contra el dictador a espectadores de la lucha entre dictadores. 

Al Sisi, Mursi, Obama y Abdalá bin Abdelaziz son los viejos rostros que manejan el futuro de una nación joven y diversa dispuesta a mantener su revolución, pero la diferencia entre hoy y la primera ola de la tawra es que el pan, la justicia y la dignidad ahora serán buscados no por los medios y repertorios de los jóvenes egipcios sino por los viejos lobos que quieren que las revoluciones árabes dejen de respirar y que las aguas del Mediterráneo, aunque en llamas, vuelvan a estar tranquilas.

lunes, 12 de agosto de 2013

El Ejército como actor político en Egipto

María Cecilia Sánchez Sandoval ha elaborado un trabajo sublime sobre el ejército egipcio, haciéndonos un recuento de su historia para entender su papel actual en el Estado egipcio. Aquí les dejamos el documento que vale muchísimo la pena leer antes de voltear a ver de nuevo las noticias sobre Egipto.




Introducción

El Ejército Egipcio ha tomado, desde la época del naserismo, un papel muy importante en la configuración política del país. Como la institución más fuerte en Egipto, además de las funciones esperadas por parte de un ejército convencional, ha tomado bajo su cargo en los últimos 50 años funciones que usualmente pertenecen al Estado o a la inversión privada. Frente a un movimiento inusual y revolucionario como el de la Primavera Árabe, el ejército ha podido capitalizar el poder político construido a través de los años,  para convertirse en el principal actor político y económico de Egipto. En este trabajo, se hará hincapié en que la apropiación de características de Estado por parte del ejército ha sido posible gracias a su posición como la institución más fuerte, eficiente e influyente del país.

Ante los hechos recientes de la Primavera Árabe en el 2011, y la “segunda ola” revolucionaria acaecida en el 2013, la comprensión del poder castrense en Egipto toma una importancia central tanto para académicos como para tomadores de decisiones. Desde el punto de vista académico, un estudio acerca del poder del ejército egipcio contribuye a los análisis actuales acerca del papel que ha desempeñado, y desempeñará, el ejército Egipcio tras la Primavera Árabe. Aporta además información acerca de las características y desarrollo de gobiernos militares en Medio Oriente y América Latina durante la segunda mitad del siglo XX.

 En el caso de los tomadores de decisiones, el presente estudio puede aportar información que se agregue, como un factor de decisión, al debate en torno a la caracterización de los acontecimientos recientes como golpe de Estado o como transición democrática, y al debate acerca de la continuidad en el apoyo económico recibido por el ejército egipcio. La investigación pretende también advertir acerca de las consecuencias, tanto positivas como negativas, de fundamentar el poder político en el ejército. Finalmente, este trabajo podría ser útil para aquellos que participan en los movimientos sociales en Egipto, como una monografía del actor político con el que interactúan.

Para cumplir con el objetivo de analizar la singular posición del ejército egipcio, es necesario conocer cuál ha sido su relación con el poder a partir del final de la monarquía egipcia. En el apartado “Del Naserismo a la Primavera Árabe” se hará un recuento de la historia del ejército desde la revolución en 1952 con la que Gamal Abdel Nasser llegó al poder, hasta la deposición de Hosni Mubarak en el 2011 y el periodo de gobierno militar.
En el apartado siguiente, “El ejército como institución clave en Egipto” se analizará la posición de poder tomada por el ejército en el 2011, y las condiciones que permitieron esta singular acción. Es en esta sección en la que se desarrollará con mayor detenimiento la hipótesis del acceso al poder político por parte del ejército como resultado de una falta de capacidad por parte del Estado para atender las demandas de la población.

El presente estudio tiene un enfoque particularmente histórico debido a su interés en encontrar en el desarrollo de la historia castrense de Egipto, la explicación a la actual situación del ejército en relación con el poder. Los datos son primordialmente cualitativos, y el caso es visto como crítico, debido a la relevancia que la posición del ejército ha tomado en los últimos años. La mayor parte de las fuentes de información empleadas son secundarias: ensayos académicos acerca del tema, libros sobre la historia de Egipto y estudios militares efectuados por especialistas extranjeros. 

Del Naserismo a la Primavera Árabe

Frente a la dominación colonial de Egipto, surgieron dos proyectos: el nacionalismo egipcio y el islamismo. El nacionalismo egipcio se manifestó en la creación de partidos políticos pro nacionalistas y periódicos usados como propaganda. Uno de estos partidos, el Wafd, fue fundado en 1983 y fungió como principal fuerza opositora a occidente. El ala armada de este partido, el Movimiento de Oficiales Libres fundado tras la derrota frente a Israel en 1948, acabó por tomar posiciones enfrentadas al propio partido.
En 1951, el Wafd gobernaba el país “con un programa demasiado débil para aquellos momentos políticos tan delicados” (Azaola 2008) Esto, aunado a la debilidad de la burguesía nacional egipcia y al descontento nacional frente al constante dominio inglés y francés, llevaron a que “el ejército apareciera como la única fuerza organizada ‘capaz de emprender acción decisiva’, tal y como lo señala Gamal Abd al-Naser en su texto base Filosofía de la Revolución(Azaola 2008). Las consecuencias fueron un levantamiento en contra de la presencia británica en Suez, y finalmente, el incendio de El Cairo, que precipitó el golpe militar del 23 de julio de 1952. 

El golpe militar acabó con el reinado de Faruk II, que fue exiliado a Italia, marcando el final  del gobierno monárquico que había sido impuesto por ingleses y franceses.  El nuevo gobierno, con Muhammad Naguib como presidente, no fue monolítico. Al interior, tanto Naguib como Gamal Abdel Nasser y Abdul Hakim Amer jugaban con extrañas relaciones de poder, en las que Naguib era titular, Nasser el ideólogo y líder carismático, y Amer contaba con todo el apoyo militar. Este juego de poder determinaría, poco a poco, la posición del ejército dentro del gobierno egipcio.

En 1954, Nasser toma el poder, erigiéndose como Presidente de Egipto, y nombrando a Amer como comandante en jefe del ejército. En esta época, el poder político del ejército fue en aumento. Durante la presidencia de Nasser, el porcentaje de oficiales militares en el gabinete presidencial fluctuó entre el 32% y el 65% (Tusa 1989). Había además un interés en mostrar al ejército egipcio como moderno y poderoso después de la guerra fallida en contra de Israel en 1948, y de la derrota frente a Israel, Francia y Gran Bretaña en la disputa por el Canal de Suez en 1956. Esto, aunado al fracaso del recién terminado proyecto de unión con Siria, llevó a Egipto a involucrarse en los conflictos civiles de Yemen en 1962. 

Las armas utilizadas en este conflicto provenían de la Unión Soviética. En plena época de la Guerra Fría, Egipto también entró en el juego de influencias entre Estados Unidos y la superpotencia comunista. A pesar del discurso de Nasser en contra de una alineación, y de su participación en las conferencias de Bandung, era necesario tener una milicia fuerte para poder enfrentarse a Israel, y consolidarse como nación libre e independiente. Puesto que no había esperanzas de recibir ayuda por parte de los países occidentales, en 1955 se firma el tratado checo-egipcio, con el que Egipto obtendría armas soviéticas para mejorar su tecnología (Sierra Kobeh 2008). Fue así que comenzó el proceso de fortalecimiento del ejército.

No obstante este proceso, y a pesar de la tecnología y el entrenamiento soviético, Egipto tuvo serios problemas durante su intervención en Yemen. Hacia 1967, la derrota frente a Israel en 1967 y en 1969 hizo obvia la falta de efectividad del ejército egipcio. 12 mil egipcios murieron, y el 80% del armamento terrestre y aéreo fue destrozado (Sierra Kobeh 2008). Con todo y los resultados desalentadores, la Guerra de los Seis Días llevó a una mayor inversión en el ejército como un intento de prevenir nuevas derrotas. Paradójicamente, mientras el poder político de la cúpula militar egipcia aumentaba, por efecto de su importancia en la política exterior del país, y de la inversión recibida, su efectividad militar se veía gravemente disminuida. (Hashim 2013)

Pero no fue la inversión económica la única responsable del crecimiento e el poder político del ejército. La intervención en la guerra civil de Yemen había ya favorecido enormemente a la cúpula del ejército, creando una división muy profunda en lo que ya se perfilaba como un “estado dentro de un estado” (Hashim 2013). A la muerte de Nasser, el ejército no encajaba en clase social alguna y se encontraba polarizado al interior, pero claramente diferenciado del resto de la población. El ejército egipcio, en plena crisis, era la institución más importante del país.

A la muerte de Nasser, el vicepresidente Anwar el-Sadat, recibió la presidencia en medio de un ambiente tenso tanto al interior como al exterior. Aunque Nasser, a diferencia del resto de los mandatarios del movimiento árabe, había logrado conservar su posición como gobernante, no había conseguido evitar la división al interior del ejército (Sierra Kobeh 2008). Esta división se hizo evidente en la oposición entre Sadat y Ali Sabri, vicepresidente de la Unión Socialiasta Árabe (USA), poniendo al recién llegado presidente en una situación difícil.  Las diferencias ideológicas entre ambos parecían irreconciliables. Mientras que Sadat consideraba que el rumbo a seguir era el desmantelamiento progresivo del naserismo, Ali Sabri era un férreo defensor de las políticas socialistas y de nacionalización emprendidas por Nasser en los años 60 (Azaola 2008). Sadat emprendió entonces la tarea de cambiar a los líderes del ejército y a los del partido único, en lo que llamó la “Revolución correctiva” o “Segunda Revolución”, despejando así el camino para llevar a cabo su proyecto económico y diplomático. El Ejército, a pesar del poder adquirido hasta entonces, estaba demasiado dividido como para presentar una resistencia importante a estas medidas, y Sadat supo capitalizar su apoyo entre ciertos sectores de la milicia.


Fuente: www.britannica.com

 Ante la negativa soviética de apoyo para iniciar una guerra de recuperación de la península del Sinaí, Sadat rompió en 1972 el tratado de amistad con la URSS, y consiguió la salida de los técnicos soviéticos en Egipto (Golan 2007). La nueva política exterior estaba orientada hacia países como Arabia Saudí, Jordania y Siria (Azaola 2008) siendo Siria aliado de Egipto durante la guerra del Yom Kipur en 1973.  El resultado de esta guerra es incierto, y su negociación lo es aún más. Suele afirmarse que durante toda la guerra, hubo “intensa actividad diplomática” por parte de las dos superpotencias de la Guerra Fría (Azaola 2008) aunque hay autores que sostienen que fue sólo hasta el final de esta guerra cuando la intervención de Henry A. Kissinger como Secretario de Estado americano, en base a la resolución 338 del Consejo de Seguridad de la ONU fue relevante. (Ashton 2007)

            Este nuevo enfrentamiento, complejo por la cantidad de intereses involucrados, contribuyó también a la formación del ejército egipcio. La negociación de la paz con Israel, el rompimiento de relaciones con la Unión Soviética, y el aparente acercamiento con las potencias de occidente no fueron bien recibidas por todos los oficiales al interior del ejército. Mantener el poder mientras se realizaban cambios tan profundos en la política exterior del gobierno egipcio requirió un fuerte de Sadat sobre el poder político de los oficiales. Para esto, el presidente se valió de una combinación de maniobras políticas de división al interior del ejército y de franca destitución de aquellos oficiales que pudieran erigirse como rivales. Muestra de ello son los casos del comandante en jefe y el jefe de reclutamiento. Justo antes de la guerra de 1973, el comandante en jefe del ejército era el General Ismail, que carecía de ambiciones políticas y obedecía al pie de la letra el mandato de Sadat, y el Jefe de Reclutamiento, Saad al-Shazli, había sido reemplazado por Abd al-Ghani Gamasy, seguidor de Sadat. Era ya obvio que la supervivencia política dependía de la lealtad mostrada hacia el presidente egipcio (Hashim 2013).

Con el discurso del triunfo parcial en la guerra de 1973 vino una época de euforia que duró poco. Los costos del enfrentamiento habían sumergido a la economía egipcia en una peligrosa espiral de deuda, estancamiento e inflación que hacían difícil sostener el programa socialista inciado por Nasser. Ya con mayor firmeza en el poder, Sadat inició el proceso de desmantelamiento progresivo del socialiso y el panarabismo  naseristas conocido como la Infitah, Puertas Abiertas. 

La Infitah era un programa que involucraba cambios en la política interior y exterior del país. A nivel exterior, buscaba un acercamiento con Estados Unidos, mientras que al interior promovía una economía liberal y abierta a la inversión extranjera. El primero de estos dos objetivos se vio favorecido desde la restauración de las relaciones diplomáticas entre El Cairo y Egipto tras la guerra de octubre de 1973, seguida por una serie de acercamientos entre Egipto e Israel que desembocarían en las negociaciones acerca de la desocupación de la península del Sinaí, y el dominio sobre el Canal de Suez. A nivel interior, Sadat declaró el fin de las nacionalizaciones, el sometimiento de la economía egipcia a las leyes del mercado, y la apertura a las inversiones extranjeras. Todo esto con el objetivo de reanimar una economía golpeada por la guerra (Azaola 2008)

De acuerdo con el plan trazado por el FMI, era necesario que se retiraran las subvenciones a un grupo importante de productos de primera necesidad. Las protestas por parte de la gente de a pie ante estas medidas no se hicieron esperar. Cuando las medidas afectaron a los subsidios en el arroz, el azúcar y el gas, se desataron olas de protestas encabezadas por estudiantes, obreros, y las clases más bajas de las ciudades. Las protestas de enero de 1977 alcanzaron tal nivel de violencia que fue claro que la policía no era capaz de contener los disturbios. Así las cosas, Sadat declaró ley marcial y ordenó a Gamasy que interviniera con el Ejército. No obstante, el pacto establecido en 1973 prohibía el uso de la fuerza militar en contra de los civiles. Gamasy se negó entonces a intervenir a menos que Sadat volviera a subsidiar los productos básicos. Sadat, sabiendo lo inestable de su posición, cedió ante la petición del ejército (Hashim 2013). No obstante, pasada la crisis, implementó medidas fuertemente coercitivas en contra de movimientos opuestos al gobierno.

La aparente fuerza política del ejército al enfrentarse así al presidente respondía al antagonismo existente entre Sadat y la milicia tras la ruptura de relaciones con la Unión Soviética. Roto el tratado de amistad y cooperación, el ejército egipcio había perdido su fuente de armas, tecnología y entrenamiento. Era una preocupación fundamental de los oficiales el que, si llegara a darse un nuevo enfrentamiento con Israel, serían vencidos por falta del equipo necesario (Hashim 2013). La falta de un aliado militar intentó solucionarse buscando apoyo de naciones como Alemania y Yugoslavia, pero las armas conseguidas no podían compararse con el flujo armamentista que hasta entonces había recibido Egipto de parte de los soviéticos (Azaola 2008). La solución llegó desde el que hasta entonces había sido enemigo egipcio.

Entre el 5 y el 17 de septiembre de 1978, se llevó a cabo la reunión, en Camp David, del presidente egipcio Sadat y el primer ministro israelí Menahem Begin, en la que se negociaron las condiciones bajo las cuales se haría la paz entre ambos países. El presidente Sadat acudió a la reunión con el apoyo de un ejército que, aunque renuente a tener tratos con Israel y con Estados Unidos, se sabía muy débil y prefería no entrar en una lucha. Resultado de la firma de la paz en marzo de 1979 fue el compromiso estadounidense de otorgar 5000 millones de dólares cada año a ambos países, para contribuir al proceso de paz (Azaola 2008).  A cambio de esto, Egipto, que se había erigido como principal opositor al establecimiento de un Estado Israelí en territorio palestino, fue, paradójicamente, el primer país árabe en reconocer oficialmente a Israel.

Las armas estadounidenses tardaron en llegar, y los oficiales egipcios protestaron al respecto. Las protestas militares, no obstante, eran menos preocupantes para Sadat que el movimiento islamista que se estaba gestando al interior de Egipto. Fueron las fuerzas islamistas, fuertemente reprimidas por Sadat, las que lo asesinaron en 1981, por considerarlo traidor tras el reconocimiento israelí. A su muerte, Hosni Mubarak, ex oficial de la Fuerza Aérea y vicepresidente desde 1975, asumió el poder después de un corto periodo de transición ejercido por Sufi Abu Taleb.

A pesar de que la sucesión se daba tras asesinato del presidente, el país no entró en caos. El ejército asumió con prontitud el control de las calles y suplió rápidamente a aquellos que perecieron en el ataque (Cook 2011). La llegada de Mubarak al poder se vio envuelta en las consecuencias del asesinato del anterior presidente a manos de islamistas radicales. Si bien Mubarak no debió consolidar su poder frente a adversarios políticos importantes, sí que debió implementar fuertes medidas para asegurarse de que la milicia no estuviera infiltrada por islamistas. 

 Los islamistas habían ya conseguido adeptos entre los rangos más bajos del ejército. Provenientes de los estratos sociales más pobres de Egipto, los soldados eran fáciles de convencer por el discurso radical. Después de las reformas económicas emprendidas por Sadat, y tras su regreso de la guerra con Israel, muchos soldados se encontraron con salarios muy bajos en una economía que exigía solvencia económica. Esto, aunado a una disciplina fácilmente redirigida, y a la falta de educación, los convertía en blancos perfectos para los esfuerzos islamistas (A. Hashim 2013). Se implementaron entonces programas de educación para contrarrestar el analfabetismo, y nuevos sistemas de incentivos y pagos.

Entre 1981 y 1987, el segundo hombre más poderoso en Egipto era Abu Ghazala, ministro de defensa de Mubarak. El poder político y el reconocimiento a nivel internacional que consiguió ejerciendo su cargo antagonizaban el poder de Mubarak, quien decidió relevarlo como ministro en lo que sería el principio de un nuevo intento presidencial por mantener a la élite militar fuera del poder político. A cambio de esto, Mubarak permitió al ejército ampliar aún más el poder económico resultante de las industrias bajo dominio militar (A. Hashim 2013). Es bajo el gobierno de Mubarak que el ejército se involucra no sólo en industrias armamentistas, sino incluso en productoras de alimentos y de electrodomésticos. A cambo de dejar su participación en la política, y como medida para asegurar su régimen, Mubarak ofreció al ejército el control sobre una gran variedad de empresas, convirtiéndolo en el principal actor económico del país. 

El control del ejército sobre empresas separadas de lo estrictamente necesario para la milicia no era algo nuevo en Egipto. Ya desde 1970, cuando la economía egipcia estaba sumida en el caos, el ejército había sido elegido para dirigir empresas que producían bienes para el consumo civil. Bajo los auspicios de la Organización Nacional de la Producción (NSPO por sus siglas en inglés), un gran número de empresas fueron confiadas a la disciplina de la organización militar (Gotowicki 1994). Sin embargo, no fue sino hasta el gobierno de Mubarak que el ejército gozó de verdadera libertad para aprovechar las ganancias creadas por estas empresas.

Durante los años noventa, la insurgencia islamista se volvió aún más virulenta. Especialmente en las partes más pobres del país, los movimientos islamistas estaban creando un verdadero estado de caos. Sorpresivamente, no fue el ejército el encargado de hacer frente a este problema. Fiel a la posición que había tomado desde 1977, el ejército se mostraba renuente a participar en actos en contra de su población. Esta característica es definitoria del ejército egipcio, en el que una gran parte de sus soldados se identifican más con el pueblo que con el Estado. Además, no estaba en el interés de Mubarak el exponer a un ejército que probablemente estaba, en sus bases, más a favor del movimiento islamista que del propio Mubarak. La respuesta al problema fue entonces la creación de un órgano independiente y altamente represivo, encargado de acabar con los movimientos islamistas, y una orden al cuerpo policíaco, siempre fiel a Mubarak, de tomar medidas más radicales si eran necesarias.

A la entrada del siglo XXI, el principal problema de Mubarak no era ya el islamismo, sino su deseo de continuar al mando de un país ya profundamente polarizado. Enfermo, y después de haberse reelecto varias veces, había fuertes indicios de que, al terminar su mandato en el 2011, intentaría que su hijo fuera nombrado sucesor suyo. El ejército estaba totalmente en contra de Gamal, hijo de Mubarak, y lo expresó así en repetidas ocasiones (Cambanis 2010), aunque también estaba consciente de que un cambio de gobierno podría quitarles los privilegios que habían adquirido mientras Mubarak estaba a cargo.

El escenario político de Egipto dio un vuelco cuando, el 25 de enero de 2011, los egipcios, animados en parte por el triunfo de la revolución pacífica en Túnez, tomaron las calles de El Cairo y Alejandría, consiguiendo deponer a Mubarak. En este sentido, el ejército jugó un papel central, aún cuando no usó la fuerza. En una revolución, las acciones del ejército son decisivas, sean éstas actuar en contra de la población, declarar neutralidad, o francamente apoyar al movimiento (Chorley 1943).  En el Egipto del 2011, el ejército tomó una posición neutral en un inicio, y más tarde se declaró abiertamente a favor de la deposición de Mubarak.

La Primavera Árabe en Egipto inició una nueva época, en la que el ejército, como actor político fundamental de este país desde el golpe de estado de 1952, jugó un papel clave, desempeñándose como la institución más eficiente para enfrentar una crisis social y política como la acontecida en el 2011. Pero ¿cuáles son los factores que permitieron el paso de un simple ejército al liderazgo, durante un año, de un país completo?

El Ejército como institución clave en Egipto
 
De acuerdo al teniente coronel estadounidense Stephen H. Gotowicki, “se espera que las organizaciones militares tengan una estructura organizacional suficientemente capaz de conducir los asuntos de un Estado, manejar proyectos nacionales, y resolver el caos político.” (Gotowicki 1994) En el caso de Egipto en particular, es claro que el ejército no sólo tiene la estructura suficiente para cumplir con estas funciones, sino que las ha cumplido ya al menos en una ocasión. Esta fuerza política del ejército egipcio tiene sus orígenes, como se ha explicado en el apartado anterior, en una historia de casi sesenta años, en la que el ejército fue adquiriendo poder político y económico en el país.

            La principal causa de esto, es la vulnerabilidad de los gobiernos que subieron al poder durante este periodo. Si bien es cierto que tanto Nasser como Sadat y Mubarak ejercieron un fuerte presidencialismo, también es cierto que los conflictos tanto al interior como al exterior del país ponían en jaque a los tres gobiernos. Ante amenazas como el conflicto permanente entre el mundo árabe, y más tarde la fuerza del movimiento islamista, la respuesta de los tres gobernantes fue fortalecer al ejército. De esta forma, ya desde 1967 era notorio que, “tras la derrota árabe, el Ejército parecía ser la única fuerza capaz de ofrecer una alternativa organizada a la situación que se vivía en Egipto” (Azaola 2008).

            Una característica particularmente notoria de este apoyo en el ejército es que, a pesar de que Egipto posee el segundo ejército más fuerte en el Medio Oriente, éste no haya sido empleado en contra de la población en épocas de conflicto, como ha sido el caso en muchos otros gobiernos fundamentados en el poderío militar. Una posible explicación a esto es la identificación existente entre los mandos bajos del ejército, y las clases bajas dentro de la población. Sin embargo, ante una amenaza tan grave al sistema bajo el cual se habían regido durante tantos años, ¿cómo es que el ejército en el 2011 prefirió deponer a Mubarak, que tantas concesiones económicas les había dado? 

            Es importante recordar que el proyecto de Mubarak era dejar el poder a su hijo Gamal, quien, alejado de la tradición militar de su padre, era visto con recelo por parte del ejército. Cuando las protestas llegaron a las calles, el ejército debió elegir entre apoyar una sucesión dudosa, o capitalizar su fama entre la población como la institución “menos corrupta y más eficiente” (Cambanis 2010), presente durante tiempos de crisis. Y es que Gamal podría traer consigo amenazas serias para los negocios militares. Acompañado de jóvenes empresarios no militares, el ejército leía en su proyecto de gobierno una fuerte amenaza de ser desplazado. La decisión del ejército fue sacrificar a una parte de sí mismo (Mubarak y sus seguidores) para salvar al resto de sí mismo (Al-Azm 2011). Y ocurrió entonces que, paradójicamente, el ejército que había sido financiado por los Estados Unidos para patrullar el área de Medio Oriente, se volvió pieza clave en la deposición de un dictador que hasta ahora se había mantenido en relaciones estables con esta potencia. (Dabashi 2012)

            Fue entonces como el lugar que el ejército había ocupado ante el vacío de poder generado por un Estado ocupado en consolidar su poder acabó rindiendo frutos cuando el ejército verdaderamente asumió el control del gobierno durante un año completo. Mubarak no tuvo el apoyo del ejército frente al pueblo porque tanto él como Nasser y Sadat habían fomentado una institución bastante independiente con respecto al presidente, que contaba además con legitimidad frente al pueblo. Un ejército con el poder suficiente para construir y controlar una carretera desde El Cairo hasta el Mar Rojo, manufacturar estufas y refrigeradores para exportación, y producir incluso aceite de oliva y agua embotellada además de sostener sus funciones como ejército implica una institución de poder inmenso. Institución, además, cercana al pueblo. Cuando los hubo protestas causadas por la falta de pan en el 2008, fue el ejército, desde sus propias panaderías, el encargado de repartir pan a toda la población (Cambanis 2010)

Una vez entregado el poder a la Hermandad Musulmana tras las elecciones en el 2012, el ejército ganó además legitimidad como respetuoso de la democracia. Sin embargo, entregar el poder no es siempre algo tan sencillo. En el 2013, ante las nuevas protestas en contra del gobierno de Mursi, miembro de la otra institución importante de Egipto, el ejército vio la oportunidad de recuperar el poder cedido en el 2012.

Fuente: caracteres.mx

            La deposición de Mursi colocó de nuevo al ejército al frente de Egipto, iniciando un fuerte enfrentamiento entre este “nuevo orden” y el gobierno anterior, que representaba los intereses de la Hermandad Musulmana. “Este enfrentamiento se trata de un canibalismo que tiene su origen en el estado colonial donde ambos actores nacieron como supuestos movimientos contestatarios “al dominio imperialista europeo”. Unos proclamaron lealtad a la nación y otros al Islam, diciendo que en esas ideologías el pueblo egipcio conseguiría la liberación tan anhelada de la intromisión de estructuras coloniales,” (Garduño 2013) cerrando así un círculo en el que, una vez más, los enfrentamientos tiene su raíz en el pasado colonial de Egipto.

            No es posible saber en este momento cuál será el desenlace de la crisis que atraviesa Egipto. Sin embargo, es posible notar cómo la falta de atención por parte de un Estado hacia las demandas sociales de su población, y la creación de una institución fuerte e independiente son dos factores que, combinados, pueden llevar a un desplazamiento del Estado por parte del “estado dentro del estado” creado.



Bibliografía

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