Pese a que nos encontramos en una situación clave para la región de Oriente Medio, es decir, la consecución de jure de un Estado Palestino en el seno de la ONU (con implicaciones jurídicas que afectarían directamente a Israel), la atención puesta en el futuro de Egipto (donde los hermanos musulmanes del siglo XXI seguramente gobernarán atendiendo un escenario parecido al tunecino) y una serie de deudas pendientes con diversos pueblos en Yemen, Siria, Bahrein, Iraq, por citar algunos, la IAEA "ha sorprendido" con un informe sobre el programa nuclear iraní donde destaca el experimento con explosivos (Véase C.6), suponiendo un programa nuclear que ha estado encaminado a fines militares.
Una vez más, los interesados en abrir esta agenda disuasiva, básicamente los dirigentes del AIPAC, parecen empeñados en seguir alimentando un marketing político basado en la construcción del otro que no hace otra cosa más que 1) ejercer mayor cohesión entre la población iraní que está en total desacuerdo con las políticas exteriores de EEUU e Israel en la zona, y particularmente en la zona del Golfo y 2) confundir a la opinión pública internacional sobre los asuntos de mayor interés para la gente en la región, esto es, vislumbrar gobiernos democráticos en el mundo árabe, terminar con la corrupción y mantenerse independientes de cualquier intromisión rusa, estadounidense, iraní o israelí en sus asuntos internos.
Israel quiere seguir siendo visto como el único "Estado democrático" de la zona a partir de su etnocracia, algo tan absurdo como imposible por la propia auto denominación. La llegada de una nueva generación de partidos islamistas, algo que yo llamo partidos "demoislámicos" (en posición con la existencia de partidos democristianos en Europa) alejados de la visión conservadora del Islam al estilo jomeinista y enteramente dispuestos a entrar en el juego democrático y sustituir regímenes autoritarios, es una nueva amenaza al modelo israelí que buscará dos estrategias básicas para contener esta oleada: una de carácter interna, es decir, la re islamización de la sociedad árabe, y la segunda de carácter externa, la construcción de un enemigo común entre los árabes llamado Irán.
En lo que concierne a la primera, nos referimos a la reislamización como una serie de propaganda política en contra de los partidos demoislámicos (que contará con dinero saudí por la posibilidad de ser afectados por esta ola) que intentará llegar a la opinión pública en los países árabes. El determinismo radical del islamismo estará presente para intentar persuadir al ciudadano egipcio, tunecino, libio, yemení, etc, que, de terminar con los gobiernos anteriores, aunque autoritarios, sería terminar también con los gobiernos "garantes de la estabilidad y la seguridad de las personas contra los radicales", (léase caso sirio y yemení por ejemplo) por lo que una oleada de inseguridad, barbarie y terrorismo estará por venir a no ser de volver al "verdadero Islam". Una especie de neofundamentalismo, que intentará conectar con los partidos islamistas que estuvieran por ganar elecciones democráticas en meses venideros (leáse caso tunecino y egipcio) sería una punta de lanza para des legitimar sus triunfos y ser leídos por la gente como "deformaciones del islam". Esta estrategia está encaminada a seguir y alimentar el estigma del determinismo islámico que serviría para persuadir a la gente de votar candidatos islamistas, sin vislumbrar la diferencia entre "el nuevo Islam" y "el verdadero Islam" por ponerlos de alguna forma.
Por otra parte, la estrategia externa sería, aunque más complicada, de carácter retórico-militar, particularmente en la zona del Golfo . Una estrategia militar que desencadenará más confusión, más muertos y otras respuestas militares y paramilitares de todas las magnitudes. Se tiene que tomar en cuenta que, aunque las cosas se están desarrollando como en la época pre invasiva de Iraq en 2003, (sanciones, declaraciones, disuasión política, etc.) Irán no es Iraq, ni Estados Unidos es el mismo Estados Unidos de 2003, y es poco probable que Israel inicie un ataque militar sin avisar al Estados Unidos de 2011, pese a declaraciones contrarias hace un par de días.
En caso contrario, un ataque israelí tendría consecuencias militares en el teatro de operaciones iraquí, donde tropas estadounidenses se verían en la necesidad de postergar su salida anunciada a finales de este año por el riesgo de que las fronteras con Irán fueran influidas por fuerzas paramilitares basijies o pasdaran, manteniendo máxima seguridad en el sur de aquel país árabe y una situación de extrema tensión militar con personal iraní quien, a su vez, estaría por desplegar en el norte de su país una gran brigada para contener dicha presencia y, más importante aún, la presencia de inteligencia israelí en Azerbaiyán, país con el que Tel Aviv guarda una relación estratégica desde 2005 . Cabe señalar que en caso de guerra, el precio del barril de petróleo se dispararía a cerca de 200 dólares por barril, algo que Occidente, China y Rusia tendrían que enfrentarse también.
Un ataque israelí a Irán, dicen los rusos, sería un error. Y aunque el régimen sirio esté inhabilitado en estos momentos para brindar ayuda logística, de espionaje o cualquier otro tipo al régimen iraní como lo había prometido años atrás, la situación actual no indica que Israel pueda atacar militarmente a Irán de manera automática y unilateral. Se requerirá, si no ayuda y logística, un apoyo moral, diplomático y retórico de Estados Unidos y los países árabes del Golfo Pérsico, quienes, con un estilo muy particular, a veces tachado de absurdo, han venido haciendo su parte, de lo contrario, la estrategia externa no podrá funcionar para minar lo que realmente se quiere minar, es decir, la oleada democrática en la región, la cuál es más peligrosa para Israel que el propio programa nuclear iraní.
A estas dos estrategias responden por ejemplo, los ataques contra población copta en Egipto hace unos días y la presión internacional contra Irán, incluido el citado informe de la AIEA. Se trata de nublar el papel racista de Israel con Palestina, de evitar la caída de gobiernos autoritarios como el de Arabia Saudí en el Golfo, y recomponer, si eso es posible, la imagen de Estados Unidos en la región haciendo de Irán el enemigo común. Pero ningún actor está plenamente convencido de tal operación más que Israel, quien a decir verdad es el más preocupado de todos.
Finalmente, Irán, que también tiene cuentas pendientes con su población tras las elecciones de 2009, es el principal beneficiado de esta retórica. Por una parte, cohesiona a su población culpando al exterior de los problemas internos y por la otra, justifica con más firmeza la necesidad de defenderse de ataques, retóricos y directos, como los vistos en la prensa israelí los últimos dos días.
Hola Moi,
ResponderEliminarAcabo de encontrar tu blog por casualidad y me he parado a echar un vistazo. Felicidades porque me ha parecido un artículo interesante y muy clarificador.
a la orden Javi¡¡¡¡¡¡¡ un abrazo¡¡¡
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