Este ensayo pretende exponer una serie de acontecimientos que prueban la concepción del Renacimiento como un período configurado gracias a la influencia oriental, y no como un fenómeno meramente europeo; posteriormente, se concluye con una serie de reflexiones en torno a la riqueza que ha dejado Oriente en Occidente, y que constituye una visión alternativa a este período de la historia.
Generalmente se alude al período
renacentista (1400 - 1600 d.C.) como referencia inmediata para entender la
vasta producción literaria, artística y científica de Europa y como punto de partida para entender su poderío e influencia mundial. Si bien este proceso rico y lleno de aportaciones para el mundo moderno es muy importante de estudiar, no debe dejarse en el aire el hecho de tomarlo como un proceso plural, multi factorial-cultural y de intensa relación con su entorno, siendo un error verle como algo estrictamente europeo. Este proceso debe leerse junto con la vasta red de intercambios comerciales con sus vecinos, próximos y lejanos, de mercancías
nunca antes vistas, con la transmisión de conocimientos árabes en materias de Astronomía,
Filosofía y Aritmética y con la relación política, social y cultural con el Imperio
Otomano que, entre otras, fueron tan solo una parte de los modelos que inspiraron e influyeron en importantes pensadores
y científicos europeos desde Shakespeare hasta Copérnico (Brotton: 2003), cuyas
obras, plasmadas también en materiales provenientes de Oriente, constituyeron
la base de la ciencia y filosofía modernas.
La influencia
de Oriente en la configuración del Renacimiento
Durante el
período renacentista se vivió un clima global parecido al de hoy en día. Oriente
y Occidente mantenían intensas relaciones comerciales, así como intercambios
culturales que describían el quehacer cotidiano de las personas, junto con la
retroalimentación de ideas y encuentros, algunas veces con perplejidad, guerras y contención y
muchas otras con fascinación y deleite.
Un primer ejemplo de lo anterior, se
encuentra en el episodio donde la entonces Reina de Inglaterra, Isabel I, estableció
una alianza con el Imperio Otomano en 1578 para estimular el comercio y buscar
apoyo militar en contra de la
España católica. Esta alianza tuvo una influencia directa en
la dramaturgia y la literatura inglesa del momento (Greenblat: 1980), la cuál
quedó plasmada en obras de autores reconocidos como Christopher Marlowe y
William Shakespeare,[1]
mismas que sirvieron como fuente de inspiración a los trabajos individualistas
de científicos y pensadores como Copérnico y Galileo.
Más sorprendente aún, es la
influencia que Oriente dejó, con base en los conocimientos de matemáticos
musulmanes del siglo IX como Al Jawarismi[2],
sobre la realidad financiera de la época. Fibonacci, un mercader toscano muy
famoso, sustituyó la numeración europea (basada en caracteres romanos) por la
numeración indo arábiga, cuyas ventajas facilitaron la manera de hacer
transacciones financieras,[3]
cálculos de beneficios y pérdidas en las operaciones comerciales, y no menos
importante, la incorporación de los signos de suma, sustracción y división que
hasta mediados del siglo XV, eran desconocidos en Europa (Hattstein: 2003
El beneficio de las matemáticas hizo disminuir la complejidad para hacer
planos y mapas, así los grandes viajeros pudieron realizar grandes expediciones
planeadas para corroborar la tesis de que la tierra era redonda. El primer
globo terráqueo,[4] el cual excluía América,
elaborado por el alemán Martín Berhaim, fue una muestra del interés europeo por
Oriente, pues en esa obra se supo captar el deseo europeo por llegar a las
Indias Orientales[5]y no al continente
americano, donde los españoles finalmente llegaron.
Las Indias eran el destino por excelencia de muchos mercaderes europeos debido
a su interés por la enorme cantidad de especias y mercancías exóticas allá
encontradas. Sobresalían la pimienta negra, nuez, canela, opio, jengibre,
almendras, tulipanes, algodón, seda, terciopelo, porcelana y otros textiles
encontrados a lo largo del camino que recorría bazares de ciudades como El
Cairo, Alepo, Damasco, Acre y Tabriz. La mayor parte de esas especias
aparecieron en los libros de cocina europeos del siglo XV, tal como lo hicieron
los nuevos pigmentos en azul ultramarino, bermellón y cinabrio, en las obras de
famosos pintores renacentistas como Alberto Durero, Botticelli y los hermanos
Bellini.
Otro motivo de admiración por Oriente, a parte de los pigmentos, los
aromas de sándalo, la madera, los azulejos y las piedras preciosas, era el oro.
Este metal, era traído del corazón de las minas de Sudán, a través de complejas
rutas comerciales de ciudades de África del Norte. El paso por África, descubre
un episodio negro del Renacimiento debido a la presunta explotación de esclavos
para la transportación del preciado metal. De acuerdo con Brotton (2003),
resulta ocioso señalar hasta qué punto las economías que financiaban los
grandes logros culturales del Renacimiento, se beneficiaron del comercio y
explotación de esclavos.
Todos los aspectos anteriores, pueden comprobarse en el análisis de la
obra más representativa del Renacimiento europeo, esto es, “Los Embajadores” de
Hans Holbein. Esta famosa pintura de 1533, ofrece una reproducción detallada y
precisa del mundo habitado por dos hombres renacentistas, un embajador y un
obispo, representantes de lo moderno, lo civilizado y del poder europeo. Sin
embargo, una observación más detallada de la misma, permite descubrir una serie
de objetos que rodea a los personajes principales. Entre estos elementos, se
encuentran tapetes y cortinas con diseños orientales, un libro de Aritmética
para comerciantes, un globo terráqueo, una colección de relojes de sol, un
instrumento para conocer la posición de los barcos en altamar, es decir,
objetos mayoritariamente creados por astrónomos y pensadores árabes que, junto
con libros impresos de temas humanistas,[6]incluidos
la Geometría ,
la Música y la Astronomía , resaltan la
importancia que tuvo la imprenta en aquel momento, y a su vez, revelan las distintas facetas del
Renacimiento como algo no solamente europeo.
"Los Embajadores". Holbein |
Junto a la obra de Holbein, aparece otro cuadro
en este orden de ideas.
Se trata de La predicación de san Marcos en Alejandría, de Gentile y
Giovanni Bellini, elaborada entre 1504 y 1507, donde se capta la fascinación
europea por la cultura, la arquitectura y las comunidades orientales, debido a
la aparición de un extraordinario despliegue de personajes mezclados fácilmente
con personas europeas. Entre tales personajes se distinguen turcos,
norteafricanos, egipcios, persas, tártaros y etíopes, dominados por el
espectacular paisaje de la ciudad de Alejandría, junto a una basílica bizantina
con una gran cúpula al fondo, rodeada de varias casas con mosaicos y azulejos
egipcios.
Tal representación, deja a la vista que Europa no se construía sola y por
el contrario, estaba muy al pendiente de lo que Oriente ofrecía al mundo. Se le
observaba tanto que, siglos después, Europa se apoderó de todo aquello que
perseguía mediante una cruel colonización fundamentada en una supuesta incredulidad
y adulación servil de los orientales (Said: 2002), vistos ya no como algo
exótico sino como algo inferior.
Conclusiones
Los argumentos
antes señalados, son tan solo una pequeña parte de una serie de evidencias que
demuestran la verdadera visión del Renacimiento europeo, no como una etapa
donde Europa redescubrió la olvidada tradición cultural grecorromana, permitiéndole
desarrollar nuevas formas cultas y civilizadas de pensar y actuar, sino como
aquella donde el influjo oriental ejerció un efecto decisivo en lo que sería,
posteriormente, la civilización con mas poder en el entorno global.
En realidad, la influencia oriental
permitió sensibilizar a muchos pensadores europeos, sobre las riquezas con las
que contaban los bazares de diversas ciudades asiáticas y africanas. A su vez,
dotó de herramientas a muchos mercaderes y matemáticos para mejorar su técnica
en las operaciones comerciales, mantener
un control más estricto en su capital e incursionar con otros medios de pago,
como la letra de cambio y el cheque, que llegarían a convertirse en pilares de
la economía capitalista moderna.
Contrario a lo que se podría pensar,
el período otomano puso de relieve el intenso intercambio artístico y político
entre Oriente y Occidente y no impidió sus contactos culturales. La
administración otomana gravó con cuantiosos impuestos el paso por las rutas
terrestres hacia Persia, China y Asia Central, pero esto causó la búsqueda y la
creación de otras rutas y sistemas comerciales alternos a las rutas
convencionales, lo cuál provocó un aumento del flujo comercial proveniente de
Oriente.
Finalmente, cabe recalcar la
importancia de la imprenta en el desarrollo del período renacentista. La amplia
difusión de ideas políticas y artísticas, planteó una revolución en la
comunicación y el conocimiento (como hoy en día con el Internet), misma que
sirvió para transportar ideas orientales en diversas disciplinas, incluyendo la
arquitectura, a partes desconocidas y lejanas, tal como pasó con los españoles
en Mesoamérica. Lo anterior puede observarse
detalladamente en los cuadros de Holbein y Bellini, dos figuras reconocidas de
la época renacentista quienes lograron plasmar su visión de las cosas, y que
guardan en los colores de sus valiosas obras, los más valiosos vestigios
orientales que dieron oportunidad de comprender el desarrollo de lo que hoy se
denomina Occidente.
Referencias
Brotton, J. (2003). El bazar del renacimiento: sobre
la influencia de oriente en la cultura occidental. Barcelona :
Paidós.
Coles,
P. (1968). The ottoman impact on Europe. London :
Thames and Hudson .
Greenblat,
S. (1980). Renaissence self fashioning: From More to Shakespeare. Chicago : The University
of Chicago Press.
Hattstein, M., & Delius, P. (2001). El islam arte
y arquitectura. Colonia: Könemann.
Kitsikis, D. (1989). El imperio otomano. México:
Fondo de Cultura Económica.
Shaw,
S. J. (1988). History of the Ottoman Empire
and modern turkey. New York : Cambridge University .
Said,
E. W. (1978). Orientalism. New
York : Pantheon Books.
[1] Entre
las obras más representativas, con plena influencia oriental, se pueden citar,
por parte de Marlowe, Tamerlán el Grande (1587) y El judío de Malta
(1590), y por Shakespeare, La
Comedia de los errores (1594) y Otelo, el moro
de Venecia (1603).
[2] Cuyo
nombre dio al español la palabra algoritmo, base para el estudio de la
matemática moderna. El libro más importante de Abu Jafar Mohammed Ibn Musa Al
Jawarismi es el Kitab al Jabr gua al Muqabala (Reglas de compleción y reducción).
[3] Una
de las aportaciones mas valiosas en este rubro fue la implementación de los
depósitos bancarios en papel moneda, generalmente aprendidos de la cultura
árabe; posteriormente esto dio origen a lo que hoy se conoce como cheque.
[4] Este
globo terráqueo incluye más de 1 100 nombres y 48 miniaturas de Reyes y
gobernantes, así como detalladas descripciones de mercancías y rutas
comerciales del mundo conocido hasta aquel entonces, donde resaltan los
materiales habidos en África y Asia.
[5]
Aunque Cristóbal Colón estaba huyendo de España por motivos personales, también
deseaba llegar a las Indias Orientales para evitar el sistema de impuestos que
el Imperio Otomano había colocado a lo largo de Europa. Colón, llegó
casualmente a América donde llevaría la influencia árabe en la arquitectura y
ornamentación de las iglesias que se construyeron a lo largo del continente.
Ejemplo de esto, es la inmensa manifestación de arcos de herradura,
ornamentación arabesca, bóvedas y cúpulas estrelladas por ocho lados, en la mayoría
de las iglesias de México y América Latina.
[6] Los
primeros libros impresos en Europa aparecieron durante la época del imperio de
los otomanos, lo cuál favoreció a que escritores como Jorge Trebisonda,
Francesco Berlinghieri pusieran en sus obres imágenes de Sultanes como Mehmet
II o Sulaiman “El Magnífico”.
Perfecto, que buena fuente
ResponderEliminarmuchas gracias, de verdad que me sirve para mi examen mucho
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