Hoy, el Ministro de Exteriores israelí Avigdor
Lieberman afirmó que “Irán constituía la amenaza más
grande que el mundo afrontaba hoy en día” en un tono alto y de directo
enfrentamiento político. La noticia reluce debido a que Lieberman se había
visto renuente a pronunciarse de tal forma en meses anteriores pero, dado que
Israel busca justificar sus últimas acciones mediáticas contra Palestina,
parece haber decidido volver hacia el eje de consenso de su política exterior
con Estados Unidos, esto es, "la amenaza iraní". A la par de este
anuncio, oficiales británicos anunciaron la consideración de planes de apoyo a un posible ataque a Irán, segudidos de lo dicho en el NY Times sobre la reorganización
de tropas estadounidenses en la zona del Golfo tras su salida
de Iraq a fines de este año con un posible re acomodo en Kuwait, un
gobierno que está en deuda con ellos desde 1991 y la invasión sufrida por
Saddam Huseyn en la llamada Guerra del Golfo I.
Esto tiene implicaciones
geopolíticas importantes pero no nuevas ya que éste tipo de
reacciones por parte de Estados Unidos nunca han sido esporádicas y, por el
contrario, son casi habituales. Día a día se hacen cambios y re-estructuraciones en
el complejo político militar de esta nación para fines de seguridad nacional.
Esto se hace mediante el movimiento de piezas y cadenas de mando de de todos
los comandos militares de Estados Unidos, donde el Comando militar para África del
Norte y Medio Oriente CENTCOM es el encargado de dicha región mencionada
esta mañana por la prensa internacional. Así, mediante la revisión
estratégica y militar a corto y mediano plazos en la que se mezclan
intervenciones militares directas (envío de fuerzas armadas) con misiones
indirectas (sostén logístico de gobiernos o espionaje) y donde temas como los
energéticos, el narcotráfico, el terrorismo y la existencia de armas de
destrucción en masa aparecen como la principal carta de justificación de la
presencia estadounidense en diversas partes del mundo, es que se dan dichos
cambios y re estructuración de planes a nivel internacional. Últimamente,
la estrategia estadounidense ha venido construyendo un nuevo marco militar que
le garantizara, entre otras cosas, el acceso a la explotación de recursos
energéticos locales y su control para sus competidores potenciales como China y
Rusia, pero después del 9/11 y la guerra contra el terrorismo, las invasiones a
Iraq y Afganistán se llevaron la mayor parte del presupuesto y tiempo de este
comando. Ahora, con el anuncio de la salida de tropas de Iraq y Afganistán en
los próximos años aunadas a la muerte de Osama Bin Laden en mayo de éste año y
las declaraciones que se manejan en Israel y Estados Unidos, el nuevo objetivo
parece ser Irán, un país que ha sido objeto de sanciones internacionales
y disuasión militar y política por aquellos gobiernos hasta ahora sin
éxito.
En 1999 el área de
responsabilidad del CENTCOM fue ampliada a 25 países de diversas zonas como
Asia Central, el Cuerno de África y Medio Oriente, formando una nueva
arquitectura de defensa que buscaría una mejor coordinación regional ante una
dinámica bélica diferente a la de la Guerra Fría. Las últimas experiencias de
aquella reestructuración dejaron clara la necesidad de redimensionar las bases
militares y el entrenamiento bélico tradicional, pasando de una doctrina
simétrica y convencional hacia una de especialización en movimientos
asimétricos, que incluye la colocación de, por una parte, “sitios operativos de
avanzada” (Forward Operating Sites), donde estarán, en menores concentraciones,
equipo pesado y tropas de manera permanente, con alto valor de apoyo logístico
y centros de comando y control de operaciones y , por la otra, la creación de
“locaciones avanzadas operativas o para la cooperación de seguridad” (Forward
Operating Locations), que serán puntos en diversas regiones a las cuales podrán
acceder de manera inmediata las fuerzas estadounidenses en caso de conflicto.
No tendrán una presencia permanente, pero serán empleados periódicamente para
el desarrollo de entrenamiento. Generalmente estas instalaciones son
administradas por gobiernos los gobiernos locales y no por las tropas
estadounidenses.
Estas
estrategias complementarias tendrían la capacidad de rediseñar las tácticas
para expandir la presencia de soldados y equipo bélico moderno (más ligero para
emplazamientos distantes) así como reorganizar la concentración de soldados en
el territorio estadounidense que contarán con garantías de acceso rápido a
cualquier escenario de combate. Con esta estrategia se puede entender mejor la
ubicación del cuartel general del AFRICOM en Stuttgart y no en un país
africano, donde las condiciones sociales y materiales no solo promovidas por la
“primavera árabe” sino por la propia corrupción de los gobiernos anteriores no han sido las ideales al no contar con un complejo seguro y eficaz para dicho frente.
Con
respecto al caso iraní en la región del Golfo, el cuerpo de los
Sepa Pasdaran (Guardianes de la Revolución) ha alcanzado un poder
militar sorprendente basado en el desarrollo de misiles de diverso alcance hoy
en día. En el ámbito político, con el respaldo del actual líder
político-espiritual Alí Jamenei y ante la llegada de Ahmadineyad al poder en
2005, algunos cuadros de los Pasdaran han ganado posiciones
clave en el nuevo gobierno al tiempo que han afectado a otros grupos de
oposición como el liderado por Hassan Jomeini, nieto del Ayatollah Jomeini y defensor
de la “desmilitarización” de la política en Irán, o el de Mir Hosseini Mousavi,
famoso líder opositor del movimiento verde quien se encuentra en arraigo
domiciliario desde hace ya varios meses. Los Pasdaran y el gobierno de la
República Islámica han venido construyendo una estrategia de defensa en el país con base en la protección de todas
y cada una de sus instalaciones nucleares a lo largo y ancho del país entre las
que destacan una unidad de conversión de uranio y el Centro de Tecnología
Nuclear y la Planta de Producción de Zirconio en Isfahán el Centro de la
estructura industrial iraní, la planta de agua pesada y una unidad productora
de plutonio en Arak, el Centro de Investigaciones en Energía Atómica en Bonab,
el reactor nuclear en Bushehr, entre muchas otras, lo que obliga a cualquier
fuerza atacante a volar numerosas incursiones a través de un territorio
montañoso y desértico, obligando a realizar una complicada operación aérea si
tomamos en cuenta que los aviones estadounidenses como el Mc Donnell Douglas y
el F -15 Eagle tienen una autonomía en patrulla de
combate aéreo de hasta un máximo 2 horas a 470 km/h entre 4000 y 5000 km de
altura, un período de tiempo “pobre” para una operación de tal magnitud que se tendría que
enfrentar a los misiles y las baterías anti aéreas iraníes fabricadas en casa iraní desde
hace más de una década con tecnologías norcoreana y rusa y diseñadas justamente para un evento de tal magnitud.
Un atentado contra Irán podría deshacer el proceso de negociaciones sobre el tema nuclear que sería
contraproducente en términos geopolíticos pues un posible “efecto-reacción” podría desencadenar en la decisión de Irán por desarrollar armas nucleares como mecanismo de defensa y sin lugar a la opacidad, al tiempo de señalar
una intervención externa como símbolo de cohesión interna, ya que la mayoría de los iraníes, como en la mayoría de los pueblos en la zona, tienen una mala imagen de los estadounidenses por su historia intervencionista (especialmente en la zona del Golfo) y últimamente por su pasividad y complicidad en los asuntos concernientes a Palestina en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU.
Por estas
consideraciones, y aunque el tema es importante, éstos “fuegos de artificio” no
deben desviar la atención que la “primavera árabe” merece a la opinión pública
internacional. Irán tiene elementos disuasivos igual que Occidente e igual que los países
árabes que se alinean con Estados Unidos. Hoy en día, Palestina se encuentra en una situación
llena de oportunidades y con la posibilidad de restar poder y credibilidad a Israel y Estados Unidos en la
región, una situación geopolítica que tiene una relación muy grande en la
urgencia israelí por atacar a Irán, urgencia que no podrá hacer de manera unilateral y necesitará del apoyo no solo moral y político sino también del económico, militar y psicológico de los Estados Unidos y los países árabes del Golfo, países que se rehúsan a acepar en sus suelos el fenómeno de la primavera árabe y buscan evitarla, incluso mediante la propaganda más grande contra un nuevo satán que está del otro lado del Golfo. Si bien este escenario de la guerra es extremadamente contraproducente para ambos bandos, el de la campaña mediática y el intercambio disuasivo no lo es tanto, pues mientras Irán también opaca la ola democratizadora que se originó en su capital en 2009 y se justifica la fabricación de más y más misiles, baterías y desvíos de presupuesto para el sector de defensa (y con ello un puño de beneficiados de la élite pasdaran), los Estados Unidos, Israel y sus amigos árabes harán lo propio para ignorar diversos movimientos de reclamo civil como el de Oakland, Wall Street, Londres, Awamiya o Tel Aviv.
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