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lunes, 1 de abril de 2013

Comentarios sobre la "revolución blanca" en Jordania

El rey Abdallah, quién en una provocativa entrevista en marzo pasado para The Atlantic Monthly Group dijo que se encontraba un poco nervioso como monarca en medio de una región en transición y cambio, ha creado un "nuevo gobierno" para enfrentar los efectos de la denominada primavera árabe en Jordania.

Él mismo ha hablado de una "revolución blanca", concepto que recuerda la serie de reformas que implementó el Shah de Irán Muhammad Reza Pahlevi cuando en la década de los sesenta intentó modernizar su país con recetas tomadas de Occidente pero que desencadenó, paradójicamente, su derrocamiento por parte de los seguidores de Jomeyni y otras organizaciones de izquierda de aquella época.

Y es que las "revoluciones blancas" no son vistas como revoluciones por la población. Al contrario, son vistas como medidas anti revolucionarias que intentan crear una imagen falsa de cambio para apaciguar ánimos de protesta y crítica después de tantos años de opresión contra los pueblos árabes. El vocabulario es el mismo: "reformas", "transparencia", "democracia", "apertura", etc. En forma varía, pero en contenido es exactamente lo mismo.

Por ejemplo, Abdullah Ensour ha sido designado de nuevo como el Primer Ministro del rey. Destaca su formación como economista, rubro que representa la principal preocupación para el reino. Ensour es uno de los viejos políticos en el gobierno pues no solo ha doblado su posición como Primer Ministro sino que desde finales de los años ochenta viene desempeñando diversos cargos en el régimen tales como Ministro de Educación, de Comercio, de Relaciones Exteriores, entre otros. Este nombramiento no es otra cosa más que el nombramiento de un viejo lobo en el "nuevo" gobierno. Es hacer transparente lo evidente para muchos.

Al lado de este personaje, trabajarán 18 ministros (el número más bajo en 35 años) con una mujer que intentará cubrir la cuota de género lo cual seguramente será visto como una burla para la mayor parte de la población y de las mujeres jordanas quienes (todas excepto la reina claro) siempre han sido vistas como personas de segunda categoría (trabajando en negocios que no son suyos o cuidando niños de extranjeros) ya que la supuesta participación política que ahora "se les ha otorgado" les deja sin seguridad al carecer de una protección plena a sus derechos humanos ante críticas fuertes que ellas pudieran hacer contra las personalidades del régimen. En otras palabras, habrá mayor libertad de expresión que servirá para ubicar a los agentes contestatarios más sensibles y eliminarlos disimuladamente.

 Y es que la reforma de este "nuevo gobierno" jordano no tiene un efecto positivo en las demandas sociales de una población de 6 millones de personas de las cuales 2.5 millones son refugiados palestinos que esperan volver a su país. Este hipotético regreso significa una amenaza para Israel, quien por tal motivo apoya rotundamente las reformas jordanas y trabaja hombro con hombro con el rey para lidiar con los efectos liberadores de la primavera árabe en esta zona. El apoyo de Israel y Estados Unidos a las reformas jordanas no le sienta bien a la población, ya que la gente en los mercados y en los barrios siempre ve a estos dos agentes externos como los causantes de los altos precios de los alimentos, la gasolina y otros bienes básicos que, aún subsidiados, su alto coste agobia la economía de la gente de a pie.

Con lo anterior, no se quiere decir que la oposición islamista, los Hermanos Musulmanes en Jordania, tengan la solución a dicha crisis. Esta organización ha estado aprovechando también las condiciones precarias de la gente en los pueblos, la ola de dinero proveniente de Arabia Saudí y Qatar para financiar sus proyectos islamistas en otros lugares como en Siria y, como zorro al acecho, traicionado los valores originales de la primavera árabe al no aliarse con las demandas sociales de la gente en Túnez, Egipto o la misma Siria.

En el caso jordano, la hermandad sigió la misma estrategia al instar a la gente a derrocar NO al rey SINO al entonces Primer Ministro Samir Rifai (protestas del 14 al 26 de enero de 2011) sin tomar partido por la ola de cambio de régimen vistas en Egipto o Túnez. El lema por excelencia en Jordania era "El pueblo quiere una reforma del régimen", y no, como en Egipto o Túnez "El pueblo quiere derrocar al régimen". En otras palabras, lo que anhelan los hermanos musulmanes, sabiendo el entorno geopolítico que los ubica entre Palestina e Israel, es tener una mayor influencia en el régimen y con ello hacerse del poder gradualmente sin poner en riesgo las relaciones de Jordania con Estados Unidos e Israel. Bonito programa de gobierno.

Pero también es cierto que la población en jordana se debate entre la reforma y el cambio de régimen. Mientras algunos sindicatos de profesores están a favor de la reforma sin presión de la hermandad musulmana, otros sectores más desfavorecidos lo están a favor de del cambio de régimen más en sintonía con la ola revolucionaria de otros países. Para las protestas de 2012 se dejaban corear los lemas siguientes: 






Lo anterior denota que hay gente en contra y a favor de la revolución blanca que pregona Abdallah. Pero el rumbo que siga el termómetro social sin duda dependerá del éxito o fracaso de dichas reformas que, como hemos visto, no han sentado bien en estas primeras horas de "nuevo gobierno" en el reino. Si bien el actual contexto jordano no es el mismo que se tuvo en el Irán en los años sesenta, se debe recordar que aquel régimen Pahleví tardó cerca de quince años en caer tras la implementación de sus reformas por lo que, aunque parezca disparatado para algunos, aquí se afirma que por ningún motivo se debe desacartar a Jordania de alcanzar una primavera árabe al estilo de los otros escenarios que hemos desde diciembre de 2010.




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