Ciertamente el veto de Rusia y China en el Consejo de Seguridad con respecto al caso sirio ha sido intepretado por Estados Unidos como una "licencia para matar" quien aseguró, con aires de "disgusto", que los rusos y los chinos llevaran sangre en sus manos después de dicha decisión. Pero ciertamente también podemos preguntarnos cuantos vetos ha ejercido Estados Unidos con respecto a la cuestión palestina otorgándole a Israel una licencia similar, ocasionando el "disgusto" de todo el mundo sin contar la cantidad de sangre que ha llevado en sus manos y conciencia.
La masacre de Homs, como las de Gaza, Cairo, Libia y otras muchas que lamentablemente han acontecido a manos de la intromisión de potencias extranjeras en la región, es una muestra más de la hipocresía de las élites que han cometido graves crímenes a los pueblos en aras de mantener sus intereses geopolíticos intactos y sostenibles para sus relevos en el futuro.
La situación Siria se agrava en términos humanitarios pero la reacción de los pueblos alrededor del mundo pondrá en jaque al régimen tarde o temprano a pesar de la represión vista en el barrio de Jalidiya en Homs y otros barrios desde que comenzó la protesta del pueblo Sirio. Tales son las muestras del pueblo tunecino que ha demostrado su rechazo al embajador sirio del país y ha impulsado una expulsión del mismo a corto plazo.Lo mismo ha ocurrido en demostraciones en ciudades como Londres, Madrid y Cairo para presionar al régimen de Al Assad que ha venido lanzando ataques despiadados con artillería pesada contra sus propia gente.
Sin embargo el escenario que preocupa es el post Assadismo. Un escenario que dibuja diversas versiones del país debido a la intervención de éstas y otras potencias extranjeras que ahora mismo debaten estrategias para financiar movimientos que ignoran completamente las aspiraciones del pueblo y la juventud siria y al mismo tiempo les quitan la independencia política que todo movimiento revolucionario requiere para ser exitoso. La liga Árabe, Estados Unidos e Israel aspiran por una Siria post Assad a merced de movimientos políticos financiados por Arabia Saudí los cuales, de derrumbar al régimen actual, cobrarán factura política de la inversión islamista que se viene, tratando de crear un escenario muy parecido al Egipcio, donde algunos miembros de los hermanos musulmanes han sido más pragmáticos y especulativos al no participar en las protestas contra Mubarak ni tampoco contra el régimen militar.
El escenario post Assad dejará lamentablemente un escenario de incertidumbre, como el caso libio, que solo la independencia política del pueblo podrá sortear con una fuerte organización y formación de un gobierno integral que recupere las fuerzas protagonistas de esta cruel y sangrienta revolución. Se deberá dejar fuera el interés de los satánes iraníes, rusos y estadounidenses lo cual será un reto del tamaño de la revolución. Egipto está luchando por ello, Túnez también, y aunque son escenarios y vías distintas, el objetivo es el mismo: tener la herramienta democrática para hacer valer los derechos del pueblo contra gobernantes despóticos. A final de cuentas, todas las revoluciones nacen por la razón de una utopía, cuyo significado es lograr lo que han logrado hasta el momento los jóvenes de la Primavera Árabe con respecto a sus tiranos, su destierro y la posibilidad de construir escenarios nuevos y justos. Ahora, en esta segunda etapa, se debe desterrar a los otros tiranos (aquellos que apoyaban a los primeros) y completar el proceso que se ha iniciado hace poco más de un año, proceso que llevará cerca de una década.
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