Contrario a lo que muchas personas dentro
del IFE afirman, las elecciones del pasado primero de julio en México no han
sido en lo más mínimo las más limpias en su historia. Por el contrario, se han
caracterizado por ser unas de las más sucias y cooptadas no solo por la corrupción
de los poderes partidistas sino también, tristemente, por la pobreza e
ignorancia que prevalece en la mayor parte del pueblo mexicano. Esta aseveración
se hace porque, en efecto, fueron unas elecciones supervisadas por muchos
ciudadanos independientes que, con videos, fotografías y uso de redes sociales,
han logrado dejar constancia de las irregularidades de la contienda.
Sin embargo, el criterio para seleccionar
al ganador de la presidencia de México no es cualitativo sino cuantitativo, lo
cual no quiere decir que el primero no incida en el segundo, como
lamentablemente lo hace, aunque legalmente no se tome en cuenta dicha causal, a
menos de que sea evidente y repercuta en los resultados tal como lo establece
el IFE. Fraude llaman algunos. Robo y engaño otros. Y aunque fraude, robo y
engaño, la izquierda aceptó jugar políticamente en el terreno priísta del exceso
en el tope de campaña, la compra de votos, el acarreo y la cultura política tradicional
basada en el fraude y la extorción.
Lo anterior no es nuevo. Es una
estrategia por todos conocida. Sin embargo, el punto es saber por qué si la
izquierda sabía de estas prácticas anti democráticas y del gasto de más de 5
mil millones de pesos en la campaña del PRI, entonces no hizo suficientes labores
metodológicas de prevención y denuncia de las mismas para castigar, como se
merecen, a dichos delincuentes electorales ante las autoridades correspondientes.
Si el fraude se consuma en la elección presidencial, no solo es culpa del PRI y
de los ciudadanos acarreados que vendieron su voto, sino también de la falta de
coordinación y actuación de la izquierda para prevenirlo antes de la elección y
no lamentarlo después de ella.
De acuerdo con el Dr. Sergio Aguayo,
fuentes de MORENA afirman no haber cubierto más que el 60% de las casillas
electorales en el país. A reserva de confirmar dicha información, y tras el
anuncio de tener gente en cada uno de los distritos electorales en el país, la
gente de Izquierda debe pensar seriamente en planes de reorganización de
cuestiones tan básicas como la vigilancia in situ de las casillas electorales,
sobre todo en aquellas ciudades donde la seguridad no solo de las urnas sino de
las propias personas se pone en duda, y evitar así lo que lamentablemente
aconteció con el representante de MORENA en Nuevo León cuando fue asesinado la
noche previa a la elección, un asesinato político a sabiendas del robo de su
papelería y el descubrimiento de su cuerpo en el municipio de Juárez con la
playera del PRI puesta según informa la prensa local.
Ante lo que muchos se refieren como “el
nuevo mapa político de México”, en donde se afirma que, de acuerdo con los
resultados del IFE, no hay mayoría absoluta de ningún partido en el congreso
para sacar a flote las reformas promovidas por el PRI, debo decir que dicha
afirmación no es una garantía y ni siquiera una herramienta de análisis para
prever la aprobación o no de dichas reformas. Si bien ningún partido político
tiene la mayoría, hay casos en países como Brasil donde se ha logrado pasar
reformas estructurales a pesar de que dicho país tiene uno de los congresos mas
fraccionados del mundo. Por otro lado, en el pasado el PRI ha tenido la mayoría
en el congreso y no por ello ha podido pasar ni la reforma fiscal, ni la
energética, ni la de radio y televisión y ni muchas otras que ha propuesto
desde el legislativo ante la falta de acuerdos entre su propia bancada. Con
esto quiero decir que la mayoría absoluta en el congreso no es una garantía de
éxito en las propuestas de reforma, sino que estas se aprueban o no con base en
la posibilidad de mantener unidad entre la bancada que propone y la
concertación de alianzas entre ella y la pluralidad partidista dentro de todo
el órgano legislativo.
Otro punto importante de esta elección
es que hay un voto de castigo, un voto de castigo contra el PAN por la
situación de la seguridad en México y el aumento de la violencia (basta señalar
que ciudadanos panistas prefirieron vender su voto al PRI en León Guanajuato que
seguir siendo leales al PAN). La preocupación ahora, es saber cómo gobernará el
PRI ante la sombra de la represión y la impunidad de la corrupción. Prevalecerá
la cultura política de Atenco o se recibirán las críticas pertinentes en su
momento, es decir, el día a día de Peña Nieto?. Me inclino a pensar que la tolerancia
será el concepto más usado por la presidencia en el sexenio que viene, y a
espera de no equivocarme y jamás sustituirla por el concepto de represión, afirmo
y confío en que los tiempos y lugares donde se darán masivas concentraciones de
jóvenes activistas en contra de las irregularidades documentadas en las redes
sociales, serán constantes y sonantes para reclamar lo que este país busca,
esto es, transparencia, seguridad y mejor distribución de la riqueza. Es deber
de todos no permitir violencia y represión a los actos de protesta civil.
Los resultados electorales desplegados
en el PREP, a reserva de la desaparición de votos a las 3 horas de la madrugada
del 2 de julio y la serie de datos filtrados por la organización anonymus, dejan
muchas dudas en cuanto al desempeño de las gráficas a lo largo del registro
electrónico de las actas, según expertos mexicanos en estadística que laboran
en la Universidad de Texas. Dichos datos, con miles de irregularidades,
quedarán marcados como una muestra más de la descomposición de la cultura
política de muchos ciudadanos que prefirieron vender su voto, su derecho y su
dignidad por unos cuentos pesos o una tarjeta de la tienda Soriana que,
seguramente, no les durarán seis años de gobierno. Por cierto, no toda la gente
ha cobrado dicho pago, así que el PRI en ese aspecto y sin querer, ya comenzó a
faltar a sus compromisos.
Pero para una sociedad que le gusta
encontrar culpables, lo anterior no es culpa solo del PRI y su equipo sino de
todos los que sabían cómo operaba y hacían poco o nada para evitarlo.
Sin duda alguna hay una gran victoria
para un sector de la sociedad mexicana que poco le importa el nuevo mapa político
del país tras lo que ellos consideran un fraude más: los jóvenes activistas. Ellos
han sido los grandes veladores de la elección y han demostrado vocación para
despertar lo que se ha denominado la primavera mexicana independientemente si
pertenecen o no al movimiento “yo soy 132”. Ellos son gran parte de una
proporción de la sociedad que día a día se vuelve más crítica de la realidad
social en la que se encuentran, y que seguirán luchando por mantener los
derechos que ha costado mucho ganar.
Por tal
motivo, la revolución ciertamente ha comenzado pero no como hace más de 100
años, sino con otras herramientas en mano que son la crítica, la denuncia, la
información, el uso de medios alternativos y otras cosas que juntas constituyen
las nuevas formas de movilización social y criticismo que conforman la manera
de vivir y sentir la política hoy en día. Estas líneas son para denunciar no
solo el fraude y la imposición, sino también la falta de coordinación de la izquierda
y su urgente renovación hacia el futuro. La participación ciudadana no terminó
en las elecciones sino, por el contrario, comenzó con ellas. Vigilancia y responsabilidad
nos harán más fuertes de lo que somos ahora. Unidad y tolerancia vencerán a la represión
que pasa por las mentes de muchas personalidades políticas de la derecha
mexicana. Todos somos responsables, si el IFE hace más del 50% del recuento, si salimos a las calles a exigir transparencia y logramos cambios todos somos responsables. Si imponen al tirano y no exigimos nuestros derechos también lo somos.
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