Como parte de una larga tradición en el
ambiente post navideño, los cristianos estamos acostumbrados a llamar reyes a
unos magos místicos que provienen de Oriente guiados por una estrella para
alabar al niño Jesús que ha nacido de la Virgen María la noche más larga del
año. La misma tradición nos habla de nombres a saber Melchor, Gaspar y
Baltazar, y en algunos cuadros renacentistas españoles se suele representar no a
tres sino a cuatro seres místicos donde al menos uno de ellos es negro, otro porta plumas como si del nuevo mundo proviniera,
otro trae camellos y parece provenir de la “Arabia exótica” y otro un elefante
que nos invita a pensar sobre su probable origen indio por sus ropas y
ornamentos. Pero, ¿qué nos dicen los textos sagrados de manera más exacta sobre
el tema? ¿De dónde vienen estos magos o reyes según las fuentes?
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Fray Juan Bautista: "La Adoración de los Reyes Magos". Museo del Prado. 1612-1614 |
De acuerdo con Franco Cardini, el primer texto
que abordó el relato de los reyes magos se encuentra en el evangelio de Mateo, para
muchos historiadores, uno de los primeros (tal vez el primero en pleno debate
con el evangelio de Marcos alrededor del año 70 d.C.) en escribirse tras la
muerte de Cristo. En este texto, poco de lo que nosotros mencionamos
anteriormente está escrito. No se habla de nombres, ni de número, ni de
cualidades físicas. Mateo solo se remite a hablar de los regalos (mirra, oro e
incienso) y de la guía que significó la estrella para estos hombres
misteriosos.
Mateo escribió su evangelio en arameo pero solo
se ha recuperado su “copia-original” en griego, información suficiente para
saber la palabra con la cual denomina a los reyes magos, es decir, magoi,
cuyo significado en la época solía relacionarse con la palabra “astrólogo”, seguramente
para hacer referencia a las personas dedicadas a esa ciencia al Oriente de
Jerusalén, es decir, Babilonia, lugar dominado por la civilización caldea, o
Persia, tierra de Zaratustra.
Son Mateo, Marcos y Lucas, los tres apóstoles
que tratan de manera más detallada la infancia de Cristo en sus evangelios, fuentes
dónde se muestran los detalles de los magos antes mencionados. Pero estos
textos no son los únicos que lo hacen en tanto que, para las décadas posteriores
a la muerte de Jesús, una serie de debates entre gnósticos y cristianos
primitivos dan origen a otros textos que no serían tomados en cuenta por la
Iglesia de manera oficial, lo cual no quiere decir que su circulación estuviese
interrumpida como Occidente ha querido suponer.
Entre tales fuentes, algunas consideradas apócrifas,
se tienen que contar los llamados proto
evangelios, a contar, los de Santiago, el propio pseudo Mateo de la Infancia,
el armenio y el árabe de la infancia. Es en estos textos donde se mencionan
algunas características poco conocidas en la tradición que acostumbramos:
El niño nace en una cueva y no en el pesebre,
lo cual remonta a la tradición de la mayoría de las epifanías que suceden en
las cuevas y no en las casas comúnes;
Los regalos eran para José y María, no para
Jesús;
- Los magos fueron guiados en realidad por un
ángel que se convirtió en estrella, esto para que fueran capaces de entender el
significado del evento;
Como muestra de agradecimiento, José y María
otorgan un pañal del niño a los magos quienes, adoradores del fuego, lo ponen
en las llamas experimentando la falta de daño de la prenda. Al no quemarse el
pañal del niño Jesús, los magos adoran la prenda y la consideran una reliquia.
Actualmente hay 8 pañales del niño Jesús en el mundo.
A pesar de que las obras son diversas en el
relato, la esencia de la historia es la misma. Son sabios los que visitan a
Jesús provenientes de Persia, lugar de conocimiento de los astros.
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I Magi (Los Magos). Anónimo. Aquí se puede apreciar la ornamentación y el vestuario totalmente persa, esto se puede apreciar por las figuras en los pantaloncillos de los magos, típico pantaloncillo persa. |
La aseveración anterior es provocativa y se
vuelve aún más fascinante al revisar la tradición persa de aquellos momentos. A
la luz del estudio de los astros, los zoroastristas promovieron una especie de
superación sacerdotal del estudio y culto del dualismo mazdeísta que
subordinaba luz y obscuridad, día y noche, espíritu y materia a un solo origen,
el origen de los orígenes llamado “Zurvan Akarana” o bien, “el tiempo del no
tiempo”, el instante donde comenzó todo. Así, este “Tiempo No Creado” o “Tiempo
infinito” solo se renueva cuando nace un salvador o un mesías (Saoshyant), el último de los
cuales “nacería de una virgen descendiente de Zaratustra y que conllevaría a la
resurrección universal y la inmortalidad de los seres humanos”.
Es en este marco donde se integra la figura de
la Vírgen María con Zaratustra, imponente relación que llega a vincular al hijo
de María con la figura del Saoshyant persa esperado en aquel 25 de diciembre,
la noche más larga del año del nacimiento de Jesús.
Así como la tradición judía se niega a
reconocer a Cristo como el mesías esperado en su tradición, la escuela
evangelista canónica de la iglesia ve con indiferencia esta tradición persa que
relaciona al salvador persa con Jesús, e incluso la minimiza y rechaza con la
justificación de que los magos adoraron a Jesús más como Rey que como Dios.
En los proto evangelios antes mencionados, la
estrella es tan grande que se asemeja a un cometa, cometa que es una clara
señal de la llegada del salvador persa. Además, el Evangelio Árabe de la
Infancia (que se encuentra en la Biblioteca Laurenziana de Florencia) da
asombrosos detalles de que Zaratustra, Profeta y fundador de la religión persa
pre islámica, era contemporáneo de Moisés (el profeta delos judíos) y le asocia
con el vidente Balaam o Zardusht, “quién inventó las ciencias de las magias”,
profetizó el nacimiento de Jesús de “una virgen que lo seguiría siendo después
del parto”, su crucifixión, y la señal de señales que marcaría el inicio de su
nacimiento “una estrella más brillante que la luz del sol y las estrellas que
hay en el cielo”. Con respecto al número de hombres que irían a visitar al niño
argumenta con inseguridad: “alguien opinó que eran tres, otros que eran doce
hijos de reyes, otros diez de estirpe real acompañados de otros mil doscientos
hombres”.
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Zaratustra |
De acuerdo con algunos historiadores, la
evangelización canónica de la Iglesia trató de ocultar lo antes señalado al
relacionar el número de tres magos con los regalos proporcionados, no sin antes
saber que las muestras artísticas de las representaciones de los magos
relacionan el vestuario, los mismos regalos, el estudio de las estrellas y la
tradición persa de aquel momento con los Persas más que con cualquier otro
pueblo. Estos detalles ocultos en los evangelios oficiales han vuelto,
casualmente, con la recuperación de los evangelios llamados “apócrifos” recién
estudiados en universidades estadounidenses y europeas para “fines científicos”.
Para terminar, es curioso saber que uno de
estos evangelios, el armenio, sitúa el nacimiento de Jesús no el 25 de
diciembre sino el 6 de enero, haciendo de la llegada de los reyes magos (uno de
Persia, otro de India, y otro de Arabia) el día 9 de enero, quienes saldrían 9
meses antes del nacimiento del niño Divino tras un aviso de un ángel para
llegar a tiempo. Al llegar con Herodes, este les encarceló hasta que un
terremoto sacudió el palacio real, lo que hizo que se les liberara. Al
liberarles y acudir a donde el niño, los magos entregaron al niño un texto
profético (Revelación de Adán a su hijo Seth) que contenía el relato del
nacimiento del mismo Jesús, lo que muchos analistas han considerado una
herramienta que hacer creer que las escrituras sagradas habían sido confiadas
por Dios a los persas hasta la llegada de Cristo. Esta historia debió profundizar las relaciones
entre cristianismo y madeízmo, tradiciones tan parecidas en la historia, usos y
costumbres que sugiere la presencia de los magos en los evangelios, apócrifos
y/o no apócrifos que tenemos hoy en día en diversas lenguas.
Este densa literatura sobre el tema viene a
atestiguar un intercambio contínuo entre creencias mazdeístas y mitríatico
gnósticas con lo que sería el futuro cristianismo y sus ramas, a final de
cuentas, el texto sagrado de los persas, el Avesta, también se integra, a su
manera, el relato del nacimiento de un niño de una virgen que sería el salvador
del mundo, por lo que Zaratustra no desconocía la versión apocalíptica de la
llegada del Mesías, el Saoshyant o el Cristo, aquel niño que al crecer marcó la
época en la que nos encontramos.