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sábado, 19 de mayo de 2012

La manifestación en Alepo

En las últimas horas, manifestantes de la ciudad de Alepo han decidido unirse a las protestas pacíficas en contra de Bashar al-Assad en un evento que debilita enormemente al aparato de seguridad de la élite gobernante. Con aproximadamente 2 millones de habitantes, Alepo es de las ciudades más habitadas de Siria cuya población concentra un 12% de cristianos (algunos refugiados de Iraq) y kurdos que hasta hace unos meses no habían querido participar en las mobilizaciones contra el régimen dado el temor de que un cambio en el poder pudiera lastimar sus intereses en caso de que un gobierno de base islámica tomara el lugar de al-Assad. Sin embargo, el levantamiento de ayer en Alepo, aunado con la valiente participación de la sociedad civil en Damasco, pone en serios aprietos a la élite gobernante y sus aliados regionales (Rusia, China e Irán) debido a que el nivel de represión de las fuerzas de seguridad y el ejército se puede tornar insostenible dada la importancia política y económica de ambas ciudades. En primer lugar, se trata de protestas urbanas bien organizadas y coordinadas por jóvenes de clase media que abogan por el uso de la resistencia pacífica como principal herramienta de mobilización y activismo, a diferencia de otras estrategias usadas por grupos extremistas y/o paramilitares que buscan destrozar el tejido social sirio mediante el uso de la fuerza armada y/o ataques terroristas que siembren el temor de salir a la calle y la desconfianza entre unos sirios con otros.

En segundo lugar, las manifestaciones de Alepo se insertan en el marco del nuevo empuje de la sociedad civil siria que ha mostrado una vez más que la resistencia pacífica es la herramienta más exitosa de esta revolución. En tanto el régimen sigue reprimiendo, la indignación de la gente siria ha traspasado las fronteras de las zonas rurales y urbanas para sembrar un sentimiento de solidaridad con los miles de ciudadanos que han perdido sus vidas generando así un número mayor de mobilizaciones en todo el país, incluso en zonas urbanas como Alepo que, por sus condiciones sociales, se pensaba que no entraría más en escena  después de la brutal represión que en marzo de 2011 sufrieron centenares de sus estudiantes tras haber comenzado las primeras manifestaciones en la ciudad.

Pero los atentados terroristas en marzo de este año han provocado la reacción de los alepinos quienes en horas siguientes a aquellos sucesos comenzaron a reconstruir las zonas afectadas (como las plantas de generación de electricidad) en el distrito de Suleymaniya y a tomar el efecto contrario al deseado por el régimen, es decir, lejos de la disuasión social de manifestarse, optar por salir a las calles y reclamar el alto a la violencia de las fuerzas de seguridad y ejército sirios y el fin del régimen de al-Assad.

Finalmente cabe señalar que las recientes manifestaciones en Siria no solo son un mensaje para el régimen de al- Assad sino también para los regímenes árabes del Golfo que siguen deseando armar a parte de la oposición siria. La sociedad civil está demostrando que su fuerza es mucho mayor a cualquier intromisión armada de las potencias extra regionales  y que la violencia del régimen no se combate con más violencia y sectarismo sino con organización, acción colectiva y resistencia pragmática.



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