El día de ayer Hassan Nasrallah apareció de manera sorpresiva en una concentración en Beirut, tras los festejos shiías de la 'ashura con el objetivo de "hacerse presente" ante los problemas que sus aliados regionales, Siria e Irán, han estado experimentando en los últimos meses.
La aparición de Nasrallah se torna como un intento desesperado por desprestigiar a los líderes del Consejo Nacional de Transición Sirio (CNTS), principalmente a su líder Burhan Ghalyoun, tachándolos de buscar apoyo, dinero y logística de Estados Unidos e Israel siguiendo la fórmula libia que hemos comentado en este espacio en otra ocasión. Hezbollah y sus líderes están temerosos de que el régimen sirio caiga y se pierda una de sus principales rutas de abastecimiento armamentista procedente de Irán y con ello perder el poder disuasivo que había ido ganando tras la derrota a Israel en el pasado 2006 mediante una estrategia asimétrica con base en cohetería especializada.
Hezbollah acusa al líder del CNTS de "haber roto los lazos con la resistencia contra occidente" y ha salido brevemente a las calles de Líbano a repetir una retórica de confrontación en sintonía con la estrategia iraní desplegada en días pasados ante el aumento de sanciones unilaterales de Occidente y la crisis de las representaciones diplomáticas de varios países europeos entre los que destaca la toma de la embajada británica en Teherán.
Nasrallah tenía aproximadamente dos años sin salir a escena pública y ha aprovechado la conmemoración de los mártires de la 'ashura para utilizar este emblema cultural a favor de una política disuasiva "contra todo aquel que piense que la primavera árabe puede llegar a Líbano". Existe un temor garrafal entre los aparatos de seguridad de Hezbollah de que gente infiltrada pueda estar llevando a cabo conspiraciones de revuelta en contra del gobierno libanés donde hezbollah es parte y se ha valido de su política populista y fuerza militar para ofrecer seguridad a la población y a sus seguidores.
No es una sorpresa que hezbollah haya decidido tomar parte en contra de la revuelta siria ya que los intereses y los nexos con el régimen de Al Assad han estado en muy buenas relaciones en tanto Irán ha apoyado con dinero, armas y comercio a ambos actores. Pero el amplio riesgo de que al Assad y su régimen caigan pone en serios aprietos la propia seguridad de Hezbollah no solo en cuestiones geopolíticas sino también en cuestiones internas ya que por lo visto Hezbollah no está teniendo una política de articulación de intereses con la primavera árabe lo que le resta legitimidad entre la población árabe y jóven que hace un par de años lo veía como un actor heróico capaz de derrotar a Israel y los invasores. Hoy, la falta de sensibilidad con los jóvenes y sus demandas están haciendo que Hezbollah pierda, por lo menos en Siria, esa iconografía de resistencia y fortaleza con la que se presentó y ganó a los jóvenes árabes cinco años atrás.
Líderes y analistas políticos simpatizantes del Hezbollah advierten en cada una de sus presentaciones que la cuestión siria "debe resolverse con base en el diálogo y las recomendaciones de las instancias regionales" evitando a toda costa una intervención armada, lo que hace pensar que las cartas están siendo jugadas por cada uno de los actores a su conveniencia y el Hezbollah, en este juego, ha decidido usar la carta de la disuasión y la resistencia en detrimento de la gente siria que pide un fin de la dictadura del al Assad y apostando por la retórica que hasta hoy en día le ha venido funcionando. Así, en caso de que el ambiente en Líbano se tornara "primaveral" podemos intuir que la respuesta de Hezbollah podría ser un claro ejemplo de cómo un actor puede cambiar su papel de héroe a villano si no articula sus intereses a las voces de sus seguidores. Mientras tanto en Líbano, una aparición en público tiene los efectos esperados en el día de la 'ashura, pero el objetivo para HEzbollah es que dicho sentimiento persista, aún en tiempos de crisis, siendo éste último concepto una palabra que solo Hezbollah espera definir, presentar, explicar y resolver. De ahí el lenguaje usado en la presentación de ayer en árabe: لن تسقط الراية (literalmente "no caerá la insignia" con el sentido de "la revolución continúa")
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