El martes 23 de Octubre pasado, el Emir de Qatar Sheik Hamad
Bin Jalifa al-Thani hizo una visita histórica a Gaza que causó deleite entre los
partidos políticos de Hamas y los Hermanos Musulmanes en Egipto, mientras que entre la élite política de Israel y del al-Fatah se experimentó sorpresa y escepticismo.
El hecho de que la política exterior qatarí haya
llegado directamente a Gaza para irrumpir la influencia iraní en Hamas no significa
una buena noticia para Israel y Estados Unidos. La visita del Emir a Gaza pone
de manifiesto que este pequeño pero adinerado emirato tiene ideas marcadamente
diferentes a las de Washington acerca de quién o quiénes serán los actores que
definan el futuro de la región tras los acontecimientos de la Primavera Árabe.
Después de todo, Hamas siempre ha sido formalmente rechazada como
un partido político por los Estados Unidos e Israel quienes, por el contrario,
la han tachado de organización terrorista internacional mostrando renuencia al
diálogo y evitando posiciones oficiales a favor de su reconciliación con al
Fatah en Cisjordania. Así, el propósito del Emir qatarí en su entrevista con Ismail
Haniyya, es hacer de Gaza un área de influencia junto con la hermandad
musulmana en Egipto para asegurar políticas económicas y sociales favorables en
el nuevo entorno geopolítico de la región.
Con esto, Hamad Bin Jalifa llegó a Gaza para inaugurar proyectos
de inversión de 400 mil millones de dólares que serán usados en la
reconstrucción de la infraestructura destrozada en repetidos enfrentamientos
con Israel, lo cual se convierte en un enorme estímulo para una economía
ahogada por un cerco de sanciones y aislamiento económico de cinco años
impuesto por el régimen racista de Israel.
Hamas, mediante la figura de Ismail Haniya, aceptará la inversión qatarí (la cual fue
descrita por Washington como una “acción humanitaria” para no ser cuestionado
sobre el por qué Qatar, sede del CENTCOM en Oriente Medio, se entrevista con “terroristas”
a los ojos de todo el mundo), poniendo en la mesa una probable agenda
geopolítica para que dicho movimiento pueda tomar la opción de aliarse con los Hermanos
Musulmanes en Egipto, los islamistas moderados en Turquía y aceptar totalmente el respaldo de las
monarquías petroleras por el debilitamiento del eje Teherán-Damasco ante el
escenario actual sirio. Cabe señalar que el Partido en el gobierno en Turquía también
ha cortejado asiduamente a Hamas cuando el líder de la organización, JaledMeshal, fue recibido con los honores dados a un jefe de Estado cuando asistió ala convención anual del PJD el 29 de septiembre pasado.
Por tal motivo, la visita del Emir de Qatar es vista con
cautela por los propios palestinos. El envío de armas a Siria no concuerda con
la política pacifista que Qatar dice representar. Qatar tiene relaciones políticas
y económicas directas con Israel, Estados Unidos e Irán, y a la vez patrocina movimientos
islamistas en Libia, Siria y Egipto. Cabe señalar que la presencia del Emir qatarí se redujo a una reunión en la Universidad de Gaza cancelando la
presentación masiva que se había agendado en el estadio nacional de fut bol Mal‘ab Filastin con capacidad para 10 000personas, mostrando la distancia de la ciudadanía palestina a dicho evento.
Hasta estos momentos, Hamas había sido una especie de
excepción para la organización de la Hermandad Musulmana, habiendo encontrado
en sí un gran apoyo político, económico y militar en Irán y Siria. Así, la misión
de Qatar será “atraer a Hamas de vuelta al redil árabe” y alejarla lo más que
se pueda de la influencia iraní. En otras palabras, la visita del Emir de Qatar
a Gaza puede ser vista como una recompensa a la organización por romper aparentemente
los lazos con el régimen de al-Assad en una decisión que enfureció a Irán y que en
su momento se trató de recomponer mediante una visita de Jaled Mishal a Teheránen noviembre de 2011.
La visita del emir de Qatar a Gaza es un síntoma de la
voluntad qatarí de hacer más aliados políticos en la región más allá de control
militar de Estados Unidos e Israel, y de la incapacidad de al Fatah para generar
una nueva ruta de diálogo con sus propios ciudadanos y base social en Cisjordania.
Si Qatar pretende aparecer como un moderador entre Hamas y al Fatah entonces
hará sonar la billetera, esperando que los resultados no se tornen hostiles y
le dé a cada actor lo que necesita para conseguir sus intereses nacionales: a
Qatar le interesa un peso político importante en la región, a Irán la estabilidad
financiera y la cooperación en la
explotación de South Pars en el Golfo, a Israel la garantía de su existencia como Estado y
la inmunidad de su potencial militar, a Estados Unidos la estabilidad petrolera y la nula
influencia del modelo iraní en el creciente fértil, y a los palestinos,
esperanza para conseguir el Estado tan prometido en las retóricas árabes.
Basta saber si a caso ¿Estados Unidos y Teherán no moverán sus
fichas para no perder el control de sus aliados regionales? o saber si a caso ¿Qatar puede comprar el liderazgo regional de Oriente Medio que tanto busca? Lo que es verdad es que el discurso qatarí en Gaza no concuerda con sus prácticas en política exterior, y que su falta de credibilidad entre la población palestina es tan alta como la falta de credibilidad en Mahmoud Abbas o en Hamas en conjunto y por separado.
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