La depreciación del rial y del toman iraníes frente al dólar
ha producido una ola de protestas en el Gran Bazar de Teherán. Los
comerciantes, que suelen importar y exportar gran cantidad de bienes en dólares
a través de las zonas de libre comercio y otros centros, se han visto muy
afectados en tanto el cambio anunciado por el gobierno es distinto al que se
encuentran en los bancos y casas de cambio, e incluso, en el mercado negro. El
comerciante, que ya ha invertido una fuerte suma de divisas en sus
importaciones ahora no sabe qué precio poner exactamente al producto en venta, y
con los rumores en las calles, la inflación, la especulación y la corrupción de
algunos agentes de gobierno, entonces decide cerrar y salir a las calles a
pedir orden y estabilidad.
Los comerciantes del bazar no saldrían a protestar si no les
tocaran los bolsillos. Algunos culpan a Ahmadineyad y otros a las sanciones
estadounidenses, Lo cierto es que ambos
elementos han influido en la depreciación de la moneda, lastimando no solo al
bazar sino a todos los que dependen del suministro de los bienes de enormes
pasillos que lo conforman dando así a más especulaciones sobre el “colapso de
la economía iraní”.
Pero si bien los consumidores están sufriendo la peor parte
de esta situación, el gobierno iraní no corre el peligro de perder su dinero y
su poder. La clave de esto, nuevamente, está en el petróleo. En efecto, amortiguar
eficazmente la depreciación de la moneda local depende de la buena gestión del
gobierno para utilizar los ingresos del petróleo y el gas y subsidiar con esas
divisas las importaciones esenciales de la economía iraní.
Con datos duros, sabemos que el gobierno iraní desde hace varios
años viene gozando de los beneficios de ser una economía petrolera. En 2005 los
ingresos petroleros aumentaron a un promedio de 46 mil millones al año gracias a los altos
precios del petróleo que generó la invasión de EEUU a Iraq, a lo que siguió el verdadero
auge de los precios altos entre 2007 y 2009, período que llevó una ganancia de
alrededor de 80 mil millones de dólares anuales (cerca de lo doble que en
2005). En 2011, Irán recibió cerca de 96 mil millones de dólares en venta de
petróleo pese al corte de exportaciones que causaron las sanciones de la Unión
Europea, la respuesta es que China, Corea del Sur, India, entre otros, siguen
comprando petróleo iraní.
Así, lejos de colapsarse, la economía iraní se mantiene
fuerte gracias a su renta petrolera, la cual continúa siendo alta en
comparación con una década atrás gracias a los precios altos que impulsó la
guerra en Iraq en 2003, y que se siguen manteniendo gracias a la actual retórica
israelí contra Irán y viceversa.
En síntesis, mientras los ingresos del gobierno siguen siendo
perfectamente sanos, a pesar de la crisis monetaria del rial y del toman, los economistas iraníes pueden (y deben) inyectar divisas a sus bancos y estabilizar la tasa de cambio
para estabilizar su moneda. Si bien esto costará millones de dólares a los Pasdaran, es una
acción que se tiene que hacer para evitar más protestas, verdadera preocupación
del gobierno y los cuerpos de seguridad, ya que esta vez no solo el bazar está inmiscuido en ellas sino que ha
sido su protagonista y organizador.
Sin duda el gobierno iraní tiene el dinero suficiente para
ello, sin tocar sus reservas de oro y de divisas, y son estos momentos de
crisis los más propicios para tomar decisiones a favor de la
economía nacional, lo cual puede venderse, en términos políticos, como “una acción
del gobierno con su gente”, haciendo consensos para señalar a un verdadero
culpable de todo este caos, es decir, a los Estados Unidos.
El gobierno, una vez más, puede sacar ventaja de esta crisis si deja atrás la corrupción y el desvío de fondos. Dicho de otra manera, los fondos destinados a inyectar divisas a la economía nacional deben de llegar a sus destinatarios para vender "una victoria más contra el imperialismo y el sionismo". Esta será la estrategia iraní para responder a esta crisis, cuyos réditos se verán solo cuando los precios de los bienes de importación se recuperen, y se puedan comprar con riales los dólares suficientes para que los becarios sigan estudiando en el extranjero, o la gente pueda salir de viaje, pero más importante aún, para que el bazarí pueda seguir suministrando y distribuyendo bienes y mercancías a los hogares iraníes.
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